senderus memorius


Intervención de Denise Groesman
en Ecoparque – CABA, Buenos Aires 2023.


La invitación surgió a partir de Dendrita, la exhibición que realicé en Móvil, la cual funcionaba como un tubo digestivo, un recorrido en espiral de un sendero/tunel que conectaba el ingreso con el centro de la sala, sin escape. Este sendero estaba constituido de tejido vegetal de junco y cueros de latex y plásticos, en el centro de la sala habitaba una torre/ campanario de barro. Allí se reunían varios temas que interesaron a Federico Iglesias, el director del Ecoparque . A partir de esta visita nació senderos memorius.

El Ecoparque necesitaba generar un sistema de circulación para el pasillo de las jirafas donde se pueda ver desde dentro y que apenas se perciba desde fuera. para así rehabilitar el corredor y no molestar a las jirafas. Cuando comencé  a pensar el proyecto entendí que, además de su misión funcional, el organismo debería ayudar a digerir el pasado de zoológico de este espacio. Un pasado muy pesado, al cual había que abrazar y exhibir. Esa fue mi primera condición para aceptar la propuesta. No me interesaba trabajar solo con la utopía de “un futuro mejor” sino construir un pasillo de la memoria y la conciencia, donde el visitante abandone por un momento la ingenuidad y la fantasía (la cual puedo entender, por la dislocación que genera encontrar a una jirafa en Plaza Italia). 


La experiencia de introducir una propuesta de arte contemporáneo en un espacio no convencional fue compleja. Era inevitable ser los bichos raros dentro del parque! y eso que estábamos rodeadas de bichos , jeje. Realmente nos diferenciamos del contexto, por nuestra ropa, nuestro modo de estar abrazados siempre que descansamos o los precalentamientos que realizamos cada mañana antes de empezar la construcción.

Para mi fue un gran trabajo de asociaciones, fue muy importante generar buenos lazos, para lograr las colaboraciones necesarias. Por ejemplo, necesitaba que la directora del área de mantenimiento se entusiasme con el proyecto, para que cada vez que desarmaban un recinto me avise y así podía ir a ver qué habia para reutilizar. De esta misma manera, la obra tiene la misión de cooperar con el medio ambiente en el cual se emplazó. El proyecto necesitó de esa cooperación constante para su realización.

Había factores externos que alteraban el orden del trabajo siempre, por ejemplo una vez a la semana , era día de no ruidos, así que había que organizar la labor. Al estar infiltrados en este contexto, como unos ajenos, creo que fue super enriquecedor para todo el equipo, ya que aprendimos muchísimo de toda la gente que trabaja en el parque, desde los animales y sus cuidadores, los paisajistas, los cientos de obreros que trabajaban a la par nuestra restaurando los edificios del predio.  Había un clima que no se aprecia en absoluto en un entorno de arte contemporáneo, y en el caso de la obra que queda emplazada ahí, me resulta super interesante la vida que va a tener. El acceso a un público super general, de una forma muy horizontal, dado que la obra te recibe y no se instala en un pedestal a una altura, como suele ser la escultura en el espacio público. La obra permite ser tocada, atravesada, usada y eso borra las distancias y des solemniza a la experiencia artística. Eso me importa mucho, la proximidad de arte y vida. 

Me interesa la memoria de los materiales y los lugares. Abarrotar la obra de memorias, sentidos y fantasmas ( lo cual fue un festín en esta ocasión). Me resultó muy inspirador trenzar las líneas de tensión que habitan el espacio y construir a partir de ello la obra. Cuando trabajo en salas de exhibición, me ocupo de trasvestir el espacio e intentar borrar la caja blanca para que aparezca una ficción.



En mi trabajo me interesa generar incomodidad, desconcierto, abyección. Poner al visitante torcido e ingresar en el sentir del cuerpo (Maurice Merleau-Ponty) .
El proyecto fue diseñado luego de varias rondas en el parque en las cuales tenia acceso a los recintos animales en vaciamiento. Donde empezaba a acopiar los materiales que me servirían para la construcción y observación de los edificios del parque, haciendo especial hincapié en sus cúpulas y sus edificios grutalistas, los cuales me fascinaron por la coincidencia en la intención de generar ficción de naturaleza e inestabilidad. y también por ser un estilo arquitectónico marginal de principios del siglo 20.
La arquitectura del parque es casi en su totalidad del 1900. Generar una nueva arquitectura que conviva con estas joyas patrimoniales me resultaba un gran compromiso y desafío. Estos elementos referían al “pasado”. Por otro lado también quería que el sendero  traiga “la nueva inteligencia” que implica nuevas formas para  cooperar con el ecosistema, como podía la obra sumarse a este medio de modo empático, representar el proyecto de conservación y repoblación de especies del ecoparque  (se espera la mudanza de 2 tapires del otro lado del sendero) y también cómo podía lograr que las jirafas gusten de la obra.
De esta preocupación surgieron las formas y protuberancias de barro y también el tejido vegetal, 2 estructuras llenas de recovecos donde esperamos aniden y habiten especies de aves, roedores, insectos,  etc. Así el sendero entrelaza estos polos opuestos, esta transición/ transformación del lugar.

En mi vida personal, cada vez entiendo más que el devenir del tiempo, de los hechos acontece de un modo espiralado y que necesitamos herramientas para poder transitar el camino, deglutir las experiencias, digerirlas y generar constantes revitalizaciones, nuevas pieles, encarnar las experiencias.

Pienso que la sociedad en la que vivimos niega constantemente los tiempos de transición y una debe estar siempre lista para lo próximo sin escalas, sin pausas. En la vorágine de la ansiedad, en la que los agujeros no se habitan sino que se tapan… La intención es que la obra coopere con estos procesos, que sea como un pequeño o gran viaje donde ingresar de un modo y volver transformado.



Me interesa mucho esa experiencia, que ofrece la arquitectura. Me sirvo de esos parámetros para pensar estas obras: los materiales, las dimensiones, la temperatura, la luz, el recorrido. Elijo formas que propongan lo sinuoso, lo curvo, perder la entrada y la salida. La idea de que la obra tenga diferentes momentos de luz a lo largo del día, donde existan  zonas sombrías y solares. Me interesa mucho la capacidad de mutación de la obra.
Esta lombriz se transforma en su trayecto, y propone vivenciar las distintas formas de construcción. La pienso incluso como una tesis del oficio de la construcción, reivindicando a los animales y sus nidos (Animales Arquitectos – Juhani Pallasmaa) desde las cotorras, hasta las termitas y avispas, constructoras en fibras vegetales y adobes.
En lo humano, la ruina de ladrillo (como llamo a las secciones de ladrillo), que vendría a traer lo seriado, lo geométrico. Aqui habita el museo de curiosidades y el paseo de cerámicas del jardín español que conectan con el centro de la lombriz:  la jaula (realizada con rejas de la casa de los osos), la dominación, la propiedad..
En estos primeros días de observar al organismo en funcionamiento, entendí como los cuerpos de los visitantes narran esta digestión de la lombriz, hay momentos donde el túnel está saturado como la hora pico en el subte y momentos donde queda vacío, hasta volver a devorarse algo más…así como en su conformación la obra se devoró los restos del ex zoo, como la soga de los chimpancés, jaulas de pájaros, rejas, mangueras, formando así un cuerpo memorial, un sendero de los restos y el recuerdo.



Sobre el cambio de escala y la producción para esta obra fue fundamental el equipo que armé con 2 productoras, Patricia Pedraza y Natali Aboud, que me acompañaron de un modo increíble. Así también Luciano Kordón que fue nuestro gurú de la construcción (como le llamábamos en el grupo) , clave para explorar las técnicas de construcción, hacer ensayos, poder probar, investigar, antes de iniciar la obra. Había muchas preocupaciones, la obra era muy demandante, por su extensión, sus factores climáticos, sus protocolos con los animales, su futuro uso y seguridad de los aprox 30000 visitantes por fin de semana. Esta obra implicó para mí mucha capacidad de gestión y aprender a defender las condiciones de trabajo y los tiempos y las formas . El trabajo en equipo con el grupo de los 6 artistas (Cefir Correa, Felipe Parisi Alvarez, Kami Koni, Tequina, Jair Jesus Toledo, Gal Koppel Vukusich) que convoque fue fundamental, cada uno aportaba su universo, su sensibilidad e inteligencia en cada cosa que hacíamos. El proyecto daba lugar a que afloren las individualidades, las formas de trabajo  y los deseos de cada uno. Se nutria constantemente de las interpretaciones subjetivas de cada integrante del grupo.  Contra la homogenización y la arquitectura de obrero invisible.
También por la escala de la obra, sucedió algo muy hermoso que fue sumar jornadas de trabajo colectivo con voluntarios que se acercaban al proyecto con ganas de aprender y compartir. Toda la creación de las naves de barro y también las bocas de tejido fueron realizadas por más de 100 personas . Fue una experiencia extra alucinante, que me interesaba mucho y me parecía muy importante. Sobre todo trabajando en el espacio público, pensando que esta obra es de todas.




En cuanto a las jornadas con voluntarios hay una idea que me apasiona defender:  que la relación con la materia es intuitiva y que no es necesario saber hacer prácticamente nada.
Tanto la construcción en barro como la de tejer con fibras, así como lo hacen los animales,  implica conectar con un yo arcaico, intuitivo, salvaje, que a menos que esté atrofiado con los dispositivos tecnológicos, despliega un espacio de satisfacción total.

Las personas que venían quedaban super entusiasmadas y la mayoría preguntaba cuando sería el próximo encuentro. Eso me devolvía algo enorme. Una interacción generosa donde el dinero no media (es muchísimo!!). Estoy muy agradecida de que la experiencia pueda haber sido tan enriquecedora para muchas personas y tan fundamental para la obra. 

Incluso me sorprendí que al inaugurarse la obra, la mayoría de los voluntarios no vinieron a verla, no había un fin, una intención de resultado, de logro, sino un compartir, aprender y cooperar.
Asi que el proyecto tuvo muchos momentos de escuela. En el último mes, que tuvimos que avanzar con mayor velocidad, conocí a Enki, un maestro albañil. Fue a raíz de un problema que hubo en el edificio en el que vivo en el edificio en el que vivo, que lo conocí y lo invite a trabajar en el proyecto. Fue otra epifanía, descubrir el oficio que este hombre compartía con nosotros y cómo se acoplaba a la experimentación, haciendo por primera vez columnas salomónicas, por ejemplo. Entonces realmente la experiencia era constantemente artística, a lo que me refiero, es que la experimentación y el no saber y el aprender haciendo operaban todo el tiempo. Esto podría ser muy vertiginoso, pero dio excelentes resultados. Creo que es la potencia de la obra, que se transformó en una artesanía gigante.