Bitácora de residencia de Luz Novillo Corvalán





≋ Córdoba, jueves 9  de noviembre 2023.

Acabo de terminar el zoom con el resto de los artistas de la residencia y con Mercedes, la curadora, que nos propuso hacer una bitácora antes de llegar a Quintay.

Apunté:

~Empezar una bitácora.
~Quintay: voz mapuche que significa “embarcación entregada al viento”
~Las olas de Virginia Woolf, releer los pasajes de inicio en cada capítulo.
~La ex -ballenera quiere reparar su historia. ¿Qué monstruos se habrán creado en relación a la cacería de ballenas? ¿Habrá relatos mágicos sobre el mar?
~Buscar en la biblioteca “el libro de los seres imaginarios” de Borges. 
~El paisaje y el pueblo pesquero.
~Mandar lista de los materiales que voy a usar para dibujar.

≋ Córdoba, 10 de noviembre.

Encontré el libro de Borges. 
Escribí como proyecto: 
Descubrir los seres imaginarios locales en los relatos de los pescadores y en el paisaje. Dibujarlos.

≋ Córdoba, 11 de noviembre.

Decidí escribirle una carta a la curadora y contarle del proyecto:

Querida Mercedes,
Como verás adoro lo epistolar así es que te contaré desde su cadencia las ideas iniciales para esta residencia y viaje en el cual me aventuro gracias a tu hermosa invitación.
Después de nuestro primer encuentro virtual me quedaron resonando algunos posibles abordajes que nos propusiste, sobre todo en relación a los pescadores de Quintay y sus historias sobre criaturas fantásticas locales. 
Al día siguiente de ese encuentro logré encontrar en mi biblioteca un libro precioso y pequeño que lo compré usado en mercado libre de J L Borges y se titula: El libro de los seres imaginarios. Es un compendio de relatos sobre seres fantásticos “que ha engendrado a lo largo del tiempo y el espacio, la fantasía de los hombres” señala Borges en el prólogo. 
Cada uno es una maravilla.
Por eso es que pensé, mi querida curadora, en entrevistar a algunos pescadores para que me cuenten sobre sus visiones, fantasmas, monstruos y apariciones que les trajo el océano, la ex ballenera o el viento de Quintay. Historias propias o de otros lugareños sobre los seres fantásticos locales.
Intuyo que encontraré los rastros y formas de estas criaturas en las hojas y cortezas de los árboles, en el vapor de los humedales y las ranas, en el aleteo de los insectos o en el color de las piedras y la arena.. 
Me despido muy entusiasmada y agradecida con ganas de sentir cuanto antes el perfume frio del mar.
Luz.


≋ Chile, 19 de noviembre.

El día en el que viajo son las elecciones presidenciales en Argentina. Decido no votar, las dos opciones me parecen nefastas. Apenas aterrizo en Chile me entero que ganó Milei.  Argentina es siempre una sorpresa. Decido no pensar en el tema y dejarme llevar por el viento de Quintay.
Dormimos en Vitacura, después de una cálida y amorosa recepción por parte de los organizadores chilenos.

≋ Quintay, 20 de noviembre.

Llegamos a Quintay. 
Nos alojamos en un barrio privado que se llama Santa Augusta o como después me entero le dicen todos: Santa Angustia.
Está frente al mar. Nos repartimos entre dos departamentos en planta baja. Yo duermo con Mercedes e  Ismael de México. Cada uno tiene su cuarto y su baño. 
Desde mi ventana veo el mar y  escucho con suavidad su rugido.




≋ Quintay.

El pueblo está como a casi una hora caminando, lo podemos ver desde la playa, pero se organizó que Marta, una señora local, nos lleve y traiga cuando lo necesitemos.


Marta llega en su trafic destartalada y nos trepamos todos felices. 
Nuestra primera visita es a la ex ballenera. Nos recibe Alberto y su mujer con acento europeo. Es un matrimonio de setentones que compraron el lugar y fundaron el museo. Es conmovedor estar ahí. La exposición es muy mala pero el edificio conserva los rastros y marcas de su historia. Me quedo impactada con la rampa por donde arrastraban los cuerpos de las ballenas. También con un documental en donde uno de los pescadores que trabajó en la ballenera, cuenta del aceite que había en todos lados, el cuerpo de la ballena se aprovechaba casi por completo y gran parte se transformaba en aceite. Es el único pescador que manifiesta cierto pesar por las matanzas y cuenta: Nunca, ni una sola vez, nos atacaron. A veces escucho el llanto de las guaguas (crías) cuando matábamos a su mamá. En la oscuridad de la sala, lloro.
Decido intuitivamente usar aceite en los dibujos evocando esa imagen que relata el pescador de esos cuerpos inmensos y que transformaron en liquido viscoso.



≋ Quintay.

Otra visita. Vamos a la Universidad Andrés Bello que funciona al lado de la ex ballenera. Nos recibe su director Juan Manuel. Nos hace un recorrido por todo el lugar que dura cuatro horas que se pasaron como nada. Conocimos sobre las investigaciones en las cuales estaban trabajando, la reproducción de algunas especies, sobre el funcionamiento de la universidad, los distintos espacios, biblioteca y una parte nueva que se la había llevado el mar. Me lleno de imágenes de estos seres del pacifico y de los que viven entre el mar y la costa. Me lleno de colores y de cuerpos blandos y extraños. De imágenes de microscopio. Una de las investigadoras nos dice que es artista, está tatuada y con piercings, nos muestra su investigación sobre los erizos de mar. Son rojos y nos deja tocarlos.



≋ Quintay.

Ya podemos dibujar con la info que tenemos del lugar.
Decidimos salir todos juntos a expedicionar a la playa. De lejos vemos la cueva que ya nos había contado antes Mercedes, pero no vamos, decidimos visitarla otro día.
Nos quedamos en la arena, caminamos por la orilla. Un cartel prohíbe bañarse en el mar. Alberto nos habló de la corriente Humboldt, si te metes te arrastra. Agua helada y muerte. El paisaje paradisiaco se carga de extrañeza. 

Con Isma Mexico decidimos ir caminando al pueblo acortando por la playa. Queremos salir y tomar unas cervezas. Quintay está plagado de flores exóticas para mí, llenas de colores, muy hermosas. Las abejas son grandes y gordas. Las casas preciosas, típicas de madera y en altura, aferradas como bichos a la montaña. El camino se hace largo. Al llegar a la ruta nos levanta un viejo de la zona. Llegamos a la caleta y todos los barcitos están cerrados menos uno. Desde el balconcito del bar, el pueblo nos parece un set de filmación. No vemos ni una persona en las ventanas ni caminando. 




≋ Quintay.

Mi proyecto inicial de dibujar los relatos de los pescadores se frustró el dia que visitamos el museo de la ballenera y pude hablar con uno de los pescadores que había trabajado siendo muy chico. No tenemos historias sobre el mar_me dijo. El mar es el mar. Entonces me habló de duendes en el bosque, una linda historia pero que no logró sacarme la desilusión de saber que iba a tener que cambiar de proyecto.

Decidí volver a la playa y buscar con ojo de microscopio cosas en la arena y entre las piedras para dibujar.
Encuentro:
Un huevo de tiburón que yo creí era una semilla grande de un árbol, un anzuelo de pescador con hilo rojo anudado y tanza, erizos de mar secos. Los llevo para dibujar. 




≋ Quintay.

Decidimos  ir a visitar la cueva que está en la montaña casi al borde del mar.
Es linda la imagen de todos recortados caminando en la inmensidad de la playa desierta. Pía, Isma de México, Mercedes, Stella, Isma de Chile. Entramos en la oscuridad de la cueva y nos da miedo. Hay un poco de olor a pis y a mar. Vemos en el techo que cuelgan una especie de estalactitas y que gotea agua. Me animo a ir más hacia adentro y la cueva se hace muy baja. Hay un hueco negro al fondo. Pía nos hace fotos con su cámara nocturna. Nos reímos y sentimos  la calidez del grupo. 

Stella trepa por la montaña y llega bien alto. La veo desde abajo como se va haciendo chiquita. Baja rápido y con agilidad. Con Mercedes, como buenas cordobesas, le ponemos de apodo: la cabrita.



≋ Quintay.

Visitamos el bosque que está cerca. Es  la imagen perfecta de la película del bosque espeso de pinos en donde algo siniestro está a punto de pasar. El bosque llega también al mar. Caminamos un poco dispersos. Me alejo del resto y llego sola a la costa. Me encuentro con una escena que me quita el aliento: Sirenas mirando al mar. Son cabezas de pelos larguísimos, verduzcos y negros descansando en las piedras. Las caras porosas, monstruosas y milenarias miran impávidas como rompen las olas. Siento que en cualquier momento van a moverse y descubrirme.  Camino con cuidado para no interrumpir y modificar la magnífica escena. Hay más de diez cabezas de sirena.  Pienso en el relato de la Odisea de Homero. En Ulises atravesando el mar atado evitando caer en las trampas de su canto. Puedo ver con nitidez la sensualidad de esas cabelleras larguísimas estando en el agua y en el marinero en su soledad imaginando el cuerpo de una mujer que nunca ve. Entendí que el relato de la sirena se había construido en estas visiones.

Saco fotos, videos y vuelvo ansiosa a dibujarlas.




≋ Quintay.

Desplegué en el piso alfombrado de mi cuarto todos los dibujos.

Dibujé:
Los objetos encontrados. 
Las cabezas de las sirenas.
Erizos de mar en distintos colores.
La montaña copiada al natural y usando papel carbónico.
Plantas y flores.
Una gaviota.
Pelos de  sirena con erizos. Estos dibujos los hice en los papeles más grandes.

La técnica del aceite funciona perfecto, el aceite produce un efecto hermoso de transparencias. Lo uso con carbonilla, lápices de colores y grafito.
Los dibujos parecen estar en movimiento, como las cosas en la profundidad del mar movidas por su danza eterna. 

Luz Novillo Corvalán.