Meditations in an ugly hotel room

Radamés “Juni” Figueroa, Puerto Rico.

 

L21 Gallery,Islas Baleares, España – 2018.
Texto de Oscar Florit, Director de Louis 21.

 

“Huracán de color”

 

Ese podría haber sido uno de los títulos de este nuevo proyecto de Radamés “Juni” Figueroa en la galería L21. Uno de esos proyectos que te transporta y te atrapa en una especie de escenario ficticio, cuyos componentes están dispuestos de una manera elegante y relajada.

 

Un lugar para meditar sobre lo que ha sucedido, tratando de encontrar respuestas a los desastres naturales que conectan a todo el planeta y nos hacen sentir, cada vez que suceden, cuán pequeños e insignificantes somos.

 

Una naranja triturada sostiene heroicamente el peso de una ventana de guillotina que intenta cerrarse con un fuerte ruido sordo. Libros de texto, cervezas, encendedores mallorquines, tapas de botellas, botellas de soda vacías y el número 13 en forma de una pelota de billar anaranjada, esférica y brillante. Sobre un fondo verde, no tan tropical que atraviesa los ojos del artista y lo lleva a un mundo más suave.

 

Las persianas venecianas como pinturas contemporáneas, cuelgan sobre las paredes verdes, no tropicales, y las bolas de billar encuentran su lugar una vez más entre ellas. Permanecen en su lugar gracias a la ingravidez que reina alrededor de la habitación, una habitación que ha sido tomada por una noche de fiesta, con música alta, cigarrillos livianos, ron moonshine y cerveza Barrilito.

 

Amigos que encuentran boletos de avión en el último momento para que no se pierdan el espectáculo que el artista nos concede.

 

Una pelea a la salida de un bar, largos paseos a altas horas de la noche a través de un parque industrial en busca de un lugar para comer.

Frío, del tipo que se te mete dentro, fuerte y frío, fuerte y frío, fuerte y frío.

 

Las ventanas, hasta algo, buscando agujeros para dejar pasar el aire, malditas ventanas.

 

Un toldo rayado blanco y amarillo, que cubre una pequeña lámpara con luz naranja en la parte superior de una pared de color melocotón, este es mucho más tropical.

 

Balones y balones de fútbol utilizados como readymades sostienen macetas con tierra y hojas verdes. Una segunda vida para el cuero, pateado y muy utilizado. De manos y pies, directamente a su sala de estar.

 

IPhones de madera con pantallas muy brillantes, sin cobertura pero con batería infinita. Dos plataneros con una cerveza, loros, pájaros, medias de red, tacones altos, muy tropicales y muy actuales.

 

Una mesa de billar, donde los restos de una fiesta puertorriqueña en un parque industrial en Palma se colocan como si fueran una naturaleza muerta.

 

No hay palmeras aquí, pero hay aplausos *, al menos de mi equipo, que ha aplaudido cada una de las acciones del artista.