Me ilumino de inmensidad ~ Micaela Piñero


UNA galleria, Piacenza, Italia ~ 2024
Fotos: Cosimo Filippini.


La artista argentina Micaela Piñero presenta su trabajo en UNA galleria (Italia) a partir de la colaboración y curaduría de Constitución, su galería en Argentina. En este proyecto Micaela expone instalaciones, esculturas, pinturas, y objetos que develan su multifacético hacer artístico, que va de la poesía a la artesanía en metal.

Micaela pone en diálogo su trabajo desde temas tan universales como personales, indagando sobre el mundo privado en el que suceden sus creaciones y evocando aquellas cuestiones propias de la condición humana y su conexión intuitiva con el universo, comprendiendo desde otros enfoques el tiempo y la existencia.

Para esta publicación, Micaela nos comparte reflexiones y experiencias sobre su proceso de creación, y algunas meditaciones que constelan alrededor de su práctica artística.



Mercedes López Moreyra: En tus piezas azules, doradas, suaves y brillantes,  se destaca un trabajo manual atento y la práctica de la artesanía como medio para crear singularidad. ¿Qué nos podes compartir sobre tu proceso creativo y su conexión con lo manual? ¿Cómo surge tu vínculo con el mundo de la orfebrería artesanal y qué te interesa de esta práctica para aplicarla en tu obra? 

Micaela Piñero: La conexión con lo manual surge de una necesidad por estar conectada a lo físico, desde un estado meditativo, el tocar los materiales, sentirlos, comenzar con patrones, repetirlos, avanzar en el proceso, siento como si estuviera construyendo algo más. Que soy una araña que está tejiendo su red, que soy un pájaro tejiendo un nido.

Entro a un lugar que me atrapa, en trance casi, me cuesta cortar muchas veces cuando estoy así. A veces me lastimo porque trabajo con metales que tienen filos o herramientas que suelen lastimar y estoy tan metida, que me lastimo y  continuo igual, ya no siento el dolor físico,  por eso en mis obras muchas veces caen gotas de mi sangre y yo las dejo porque siento que es una forma de decir “hola estuve aquí”.

El vínculo surge desde mi infancia y es una de las experiencias de mi vida y de mi familia que me apasiona contar. Mis padres tenían puestos de artesanías en Plaza Francia y en San Telmo, todos los fines de semana iban a atender su puesto de flores disecadas y marcos artesanales, mi mama posee el oficio de florista, lo lleva en la sangre, su padre era florista y tenía una florería. Y mi papá hacia los marcos a mano. A mis 15 años comencé a atender el puesto de cuadros de mis papás, a trabajar, a venderlos todos los sábados y domingos en Plaza Defensa, San Telmo,  durante un lapso de casi 10 años, yo vendía sobre la calle Dorrego todos los fin de semana. A principio vendía  los cuadros con flores disecadas de mis papas, después a mis 17/18  años mis pinturas, después las joyas que hacía en cristal  fundido en la puerta del orfebre Juan Carlos Pallors. Él me decía que yo era la cuidadora de su puerta, y me trataba con cariño y respeto. Cuando llovía me podía refugiar en su casa, siempre había hacia mí un gesto de hospitalidad de su parte. Yo era la cuidadora de su puerta, era una labor importante, pero por sobre todas las cosas, era la persona que estaba ahí todos los domingos, pase lo que pase, era mi trabajo.

Él siempre miraba mis joyas, oficio que aprendí de mi amiga Sabrina Quinteros, cuando dejó de hacerlo, yo lo continué.  El se acercaba y los miraba, me decía que le gustaban mucho, y yo le dije un día, “sí pero sabes qué Juan Carlos, tengo que aprender a engarzar”. Porque yo los pegaba a una base, y daba pena la verdad.  Ahí él me contesta: ” Por qué no subís al taller, Hector te va a enseñar”. Ese subir al taller fue estar en el taller varios días, meses y años, observando, aprendiendo, llevándome recortes de metal para seguir trabajando en casa, charlando con amigos joyeros artesanos de la feria para comprar herramientas, y es un oficio que hasta el día de hoy sigo aprendiendo. 

El poder del metal, su rigidez, su flexibilidad, sus infinitas posibilidades no deja de conmoverme, quiero que esté ahí,  que me enseñe lo que me quiera enseñar, escucharlo y que quizás algún día me dicte un poema.


M.L.M:. Observando algunas de las piezas presentadas en UNA gallery, nos remiten a amuletos u objetos que representan una cierta protección o carga energética personal y tiene correspondencia con el concepto de “metafísica íntima” que se menciona en textos sobre tu trabajo. ¿Qué perspectivas, reflexiones o experiencias traccionan en tu práctica y procesos  en relación a la  “metafísica íntima”? 

M.P:. Me resulta muy hermoso, el concepto de metafísica íntima hacia mi trabajo, es de Antonio Villa, amigo, curador y  galerista de Constitución. Siento que esto es lo que ilumina el camino, utilizar un lenguaje propio, que vas armando con el paso del tiempo, encauzando con aliento y a veces sin. Abriendo las puertas que lo íntimo abre, por que es eso, una mirada interior que busca encontrarse en el mundo que habita y cómo ese mundo se abre hacia otras puertas. Es impresionante la imaginación y la sensibilidad de que mi método tenga un nombre, no puedo estar más de acuerdo con  Metafísica íntima, porque sí, son los modos que voy armando y construyendo para entenderme en el mundo, mirando hacia dentro.


M.L.M:. En tus composiciones hay un interés particular por combinar estrellas, la luna y el sol, con seres y animales. ¿Cómo se compone la narrativa en tu obra? ¿Cómo relacionas estos seres en un mismo cuerpo de trabajo?


M.P:. El interés es el de reivindicar las polaridades como ejes de dirección y equilibrio. El sol crece, la luna duerme, las estrellas brillan, los humanos nacen, las plantas giran y se mecen, los caballos corren y las aves vuelan, ves? Hay un orden que vive en equilibrio y armonía, existe, nos habita, nos rodea, nos abraza. Y yo hace mucho tiempo me olvidé de eso, y es al lugar al que quiero volver. Quiero amar y sentir que me aman, que esa fuerza brote en mí como un manantial, que me dé de beber y que me quite la sed.

Recordar la sensación de pisar el pasto descalza, que una vaquita de San Antonio me camine por la mano, recordar que la vida es así también.  Me gusta pensar que si queremos podemos hacer malabares con las estrellas, que podemos encender un fuego interior como un tesoro, que podemos abrir ese tesoro y que  podemos llevar ese fuego, como un regalo a nuestros amigos y seres queridos. Que ese fuego se puede multiplicar, que pueda funcionar en red, en cadena y que ese fuego sea real, que no sea la luz de una pantalla digital, que sea una energía pura intangible y poderosa. Y sentir que ese fuego lo construimos y podemos terminar con todo el odio  y guerra en el mundo, yo pienso cosas así, que tenemos un poder enorme y que tenemos que despertar el fuego dormido.

M.L.M:. Actualmente estás en una residencia en Lima, ciudad donde el dorado, el oro y todo lo relacionado a esta materialidad y los astros tiene una fuerte incidencia en su cultura.  ¿Podes compartirnos cómo surge esta invitación y qué estás presentando en esta ocasión?

M.P:. Bueno la verdad es que es muy inspirador, porque el dorado, no solo es un color, una materialidad, es un espíritu que habita la montaña, el oro vive allí, adentro de la montaña.  Lo siento, y se percibe, desde las cosmovisiones andinas, la adoración a los dioses y con mucha apreciación por la cultura poética y el pensamiento mágico, así que me siento como en casa. 
Hay símbolos que son universales verdad? el sol, la serpiente, la luna… yo los uso y les rindo homenaje como enseñanzas ancestrales, somos parte de la misma masa cósmica.

La invitación surge a partir de la participación de la feria de arte contemporáneo Pinta Parc Perú del año pasado (2023) donde Constitucion asistió con obras de Catalina Oz, Carlos Cima y también mías.
En el pre opening un coleccionista compró todo el lote de una serie de acuarelas negras que había pintado para la ocasión. En ese momento en el stand estaba con Renzo Pittaluga, director de Now gallery, y le propuso que me invitara al programa de residencias que la galería gestiona. Así que un año después estoy aquí, trabajando en una serie de retablos, sabanas, acuarelas negras y esculturas en metal, piezas que están cargadas de fuerza, de deseo y poesía visceral, atravesando tres ejes esenciales en mi obra:  poesía, pintura y orfebrería. 

En una invitación al abrirse, mirar adentro de uno, ordenando las inestabilidades humanas, como ventanas de conocimiento que se abren y se cierran para cuidar nuestra voz, la que es original, y también  la que no, la que nos hace daño, o la que nos cuida y nos recuerda que todos necesitamos volver a vivir. Lo pienso así: un abrir y un cerrar, un abrir y un cerrar, y así con respeto y cariño con nosotros mismos la cantidad de veces que sean necesarias.

¿Sabes una cosa? cuando venía en avión desde Barcelona hasta Lima, tuve un ataque de pánico fuerte. Y estaba tan mal y tan frágil, débil, necesitaba contención, necesitaba liberación, necesitaba seguir, seguir, y en ese momento de vulnerabilidad se me apareció una imagen, una visión nítida y concreta: Un ángel abrazándome, al verla automáticamente sentí paz y el ataque se fue. Sentí que hay una fuerza que está ahí para nosotros y que hay que buscarla, en ese momento lo dibuje rápido como pude en mi cuaderno y escribí un poema en el avión sobre esta experiencia y volví a empezar de cero.  Cuando llegué a Lima lo primero que hice fue pintar un ángel abrazándome, de eso va la muestra en Now, de ángeles que nos abrazan y de serpientes que nos enraízan con la tierra y con el cielo y en ese hilo de inestabilidad, un equilibrio, un aullido que busca la paz.