Tarabust. Áfono & sonoro

Entrevista a Gabriela Nafissi

 

Plus + Arte, Wine Rock, Bodega Monteviejo, Mendoza 2018.
Fotos  de Ariel Larriba

 

El proyecto Reencarnaciones es creado en 2008 por Gabriela Nafissi, la cual articula desde la gestión y la curaduría,  diferentes producciones culturales a partir de la implementación de dispositivos de experimentación artística.
Realiza un trabajo de coordinación desde una escucha psicoanalítica y un enfoque que enlaza intervenciones entre el psicoanálisis y el arte.
El proyecto Tarabust, exhibido en Plus + Arte en el marco de Wine Rock de Bodega Monteviejo, se destaca por ser multidisciplinar y por una  consigna particular implementada por Nafissi. En esta entrevista nos cuenta sus criterios y conclusiones en la fusión de su mirada psicoanalística con proyectos de experimentación artística.

 

¿Cómo definirías el enfoque curatorial de las experiencias que promueve Reencarnaciones?

 

Los proyectos de experimentación artística que llevo adelante consideran a la palabra, o mejor dicho sus efectos, como despertar para reescribir, desde las posibilidades que ofrece la interdisciplina y ante todo el trazo singular de cada artista. Con el tiempo, cada vez más, este proyecto se fue sirviendo del psicoanálisis de orientación lacaniana, tanto en el armado de los dispositivos de trabajo, como en el relato curatorial que se produce. Se parte de un tema que me interesa abordar, convoco a los artistas y  a los psicoanalistas que van a formar parte de él, y se plantea un encuadre de trabajo que incluye una consigna disparadora, tiempos de producción y ciertas intervenciones en el proceso de creación hasta llegar a la obra. Se trata de una curaduría de producción.

 

Se ofrecen circuitos de exhibición de las producciones que incluyen la inauguración de las muestras de arte y la participación en un evento anual llamado Plus + Arte que se realiza en el marco del festival Wine Rock y Semana del Rock que realizamos desde hace ocho años en Bodega Monteviejo. Se extiende a otros espacios culturales, pudiendo anudarse a otras derivaciones artísticas como las audiovisuales, que nos han permitido que los proyectos además, circulen en festivales de cine del mundo.  Se trata de un dispositivo que aúna la experimentación artística y la escucha desde el psicoanálisis, incluye instancias de conversación entre los participantes, o con cada uno de ellos, comentarios acerca del proceso que se da en torno a la tarea, intercambios que se proponen como discontinuidades durante la creación, intervenciones transversales. Cabe agregar, que en el trabajo con pequeños grupos, me oriento desde el dispositivo del cartel. Dispositivo creado por Lacan para trabajar en grupos, para contrarrestar los efectos de imaginarización que suelen acontecer en ellos arrasando las diferencias, y ubicándome en el lugar a la manera de más Uno, que no es el que sujeto supuesto saber, ni el líder ni el modelo sino que lo entiendo desde un lugar de despertar a la tarea creativa, en este caso desde una consigna inusual. Esto se va trabajando desde la propia pregunta de cada uno acerca del tema por el cual son convocados, es decir desde el rasgo singular. Son proyectos para despabilar, movilizar el deseo, la chispa, pero cada uno deberá hacer lo propio ahí con eso.

 

(…) Se trata de un puente que se  construye entre el arte y el psicoanálisis, no sin tomar en cuenta la hiancia estructural entre los discursos. El conversar alrededor de la obra, y de los procesos, propicia lazos inéditos entre los participantes.

 

 

Reencarnaciones, es un proyecto interdisciplinar donde  reúne  arte contemporáneo, música y  psicoanálisis  ¿Cuáles son los grandes temas que te interesa abordar del psicoanálisis desde la perspectiva artística?

 

Los temas me encuentran a mí y, en general, nacen de mis lecturas de psicoanálisis, de la literatura, de cierto material que se produce en mi propio análisis. Lo dejo decantar, porque en general, nacen mucho tiempo antes de empezarlos. Trabajo con pocos elementos, al tema lo transformo en disparador y armo el dispositivo que creo que va a funcionar mejor con ese proyecto.

 

Cada vez que abordo un proyecto me pregunto: ¿cómo trabaja un analista en el ámbito del arte? Y voy respondiendo en la medida que voy haciendo.  Lo que puedo decir ahora es que creo que este tipo de proyectos funcionan como una manera posible de mantenerse despierto y causado. En una gestión cultural que se apoya en el psicoanálisis, no se trata entonces de allanar el camino de movida, sino de proponer bordear con una producción aquello que tiene que ver con lo que no marcha, lo que no funciona, lo que parece ser una “piedra en el camino” y allí se ponen en articulación los temas con el estilo de trabajarlos. Estos procesos suponen detenerse frente a algo que divide y causa a la tarea. El año pasado por ejemplo el disparador era ¿Qué es una mujer? es una pregunta incontestable, que plantea un punto de imposibilidad, de antemano podemos darnos cuenta que no se puede responder desde un universal, sin embargo esa pregunta causó a muchos artistas y derivó en cuatro muestras de arte (Dark, dark continent, Una x una, La piedra en el camino y El universo femenino de Tute), teatro y música. Entonces se produce no sólo el momento de trabajo alrededor de la obra, sino las conversaciones sobre ella y también sobre el tema que convoca. En esa oportunidad me parecía que el psicoanálisis y el arte iban a aportar mucho a la problemática de lo femenino, teniendo en consideración la exacerbación de la violencia y el rechazo a lo femenino en la actualidad. Me parecía que podían aportar a los planteos de género. Considero que el psicoanálisis en ese sentido atiende a una sutileza, que es ir a los detalles, por ejemplo la disquisición entre la feminidad y lo femenino.

 

(…) El impacto que provocó en mi juventud leer “Psicopatología de la vida cotidiana” de Freud marcó sin duda la elección de la carrera, el hecho de avizorar lo que revela ese otro que nos habita y que se nos rebela, a veces a nuestro pesar, y es éxtimo.“Yo es otro” en palabras de Rimbaud. Tema explorado por el arte y por psicoanálisis, me interesaba ubicar lo que suele llamarse intimidad, el conócete a ti mismo,  “ese conocimiento acabado del yo”,  en contraste con lo éxtimo, que se plantea como lo más íntimo y, a la vez vivido como ajeno, como exterior. Lo ominoso de lo que hablaba Freud, lo extrañamente familiar, que en Lacan se va a llamar éxtimo. Todos los proyectos tienen una relación entre lo subjetivo y lo social. Lo éxtimo, sin ir más lejos puede leerse en relación a los fenómenos segregatorios y a los fundamentalismos, otro signo de la época. (En referencia con el proyecto Extimidades de la vida cotidiana)

 

Hay una pregunta que atraviesa todos los proyectos y es qué hacer con lo incurable en cada uno, y si bien uno puede responder medianamente a eso, no es tan evidente, ni es algo que se logra en la vida de modo permanente, sino provisorio. En mi caso, esa pregunta que me hago, la devuelvo en forma de disparador, abriendo el juego a otros, me interesa mucho la diversidad de los arreglos de los sujetos artistas con su incurable, una vía es el análisis, otra puede ser el arte, a veces ambas. Ahí se pone en juego la sublimación, pero también de algún modo esa tarea que bordea la pulsión satisfaciéndose en su recorrido, puede ser, además algo que le permite a algunos irse curando, aunque se trate siguiendo a Freud de una tarea interminable, hay un roca viva, una fijeza en el goce singular, pero están los arreglos, las soluciones inventadas, creadas por cada uno, sus saber hacer con eso ahí. Este tema tiene que ver con los proyectos que vengo llevando adelante y, especialmente, con el que será mi próximo proyecto de Reencarnaciones para este año “Curar. Creaciones e invenciones” ¿Qué es lo que lo-cura?

 

 

¿Cómo surgió el proyecto Tarabust?

 

En el caso de Tarabust. Áfono & sonoro. Trabajamos con Quignard para explorar una noción compleja, que es la dimensión de lo pre-lingüístico del sonido, vale decir el “sedimento ruidoso” que precede al lenguaje sonoro y “ lo áfono” que, en  Lacan, es nombrado como objeto voz” y que por ser pulsional es silencioso, mudo. Estos dos conceptos en el marco de la experiencia musical. Del ruido, al sonido, del sonido articulado con el silencio; a la música. Además el significante “Tarabust , en sí mismo, me sonaba como un gran disparador. Hace muchos años me encontré con la obra de Pascal Quignard, quien acuña el neologismo «Tarabust» que he utilizado para nominar el proyecto y se lo adjudica a Chrétien de Troyes (siglo XIV), que lo menciona sin significarlo a partir de ciertos efectos en el cuerpo: «Algo me tarabustea». Quignard va a decir que es una “palabra sonora que designa a ese grupo de sonidos asemánticos…que despiertan una memoria no lingüística…molécula sonora involuntaria que acecha, que atormenta, que punza”. Lacan, otro autor de referencia para el proyecto Tarabust. Áfono & sonoro, dirá que la voz como objeto a, es áfona, inapresable por vía de la palabra. A partir del Seminario 10 el objeto voz será considerado por Lacan en su dimensión real. Una obra emblemática acerca de la misma en la historia de las artes visuales es «El grito» de Munch. Mientras que, en su dimensión sonora, Lacan la asociará al bramido que evoca el shofar, instrumento ritual judío y por eso la instalación “Bramido” para dar cuenta de la dimensión real del objeto voz, que formó parte del proyecto y que nos convocaba con su sonido atronador a encontrarnos en distintos momentos y lugares durante el Plus + Arte. Se trata de una voz ronca que es la materia prima de la música. Los ruidos de LaLengua, previos a la sustracción del objeto voz, constituyen la dimensión real de la misma, a la manera de un ruido apasionado en cada uno de nosotros que traza un territorio sonoro, «sin paisaje», pura resonancia corporal que será recorrido cada vez que escuchamos ciertas melodías que nos conmueven o indefectiblemente se «incrustan en nosotros como óxido en el hierro» (al decir de Quignard) y podríamos agregar como me dijo Deborah Dixon cuando la entrevistamos a propósito del proyecto, la canción “Despacito”, a uno lo irrita pero inevitablemente no podemos dejar de escucharla y repetirla. Así con la espesura de la sustancia gozante, el objeto voz puede hacerse escuchar como un fondo de silencio ruidoso. El acontecimiento de cuerpo, cuando el lenguaje lo mortifica, deja huellas abisales y la voz como objeto, horada el recorrido de la pulsión invocante, constituyendo una caja de resonancia, distinta para cada uno, que se escuchará en el vacío del Otro.

 

Entonces este proyecto transita ese movimiento al que, al decir de Bassols, va a dar lugar a la experiencia musical: «Hacer del ruido–silencio, del silencio–sonido». La música para Quignard es “reconocimiento” y es algo menos sonoro que lo sonoro…una pizca de sonoro ligado… cuya nostalgia pretende habitar lo inteligible…un trozo de sonoro semántico desprovisto de significado». Quignard que es ensayista, músico y literato me permitió encontrar una manera de abordar la experiencia musical desde ese neologismo tan agalmático y rítmico que fue “Tarabust”, que ubica conceptualmente ese sedimento ruidoso del cual proviene el sonido antes de serlo, que es preterrestre, prelingüístico y acuático y de algún modo, hacerlo resonar con el concepto de pulsión invocante, el objeto voz, en Lacan. Ambos trabajan además con la  cuestión de que no hay punto de vista sonoro, por más que se cierren los párpados el sonido “es un abridor de envoltorios” (Quignard), a diferencia de la mirada que puede velarse (Lacan).

 

De este modo, me parecía que un músico y una artista visual iban a consonar en una instalación visual y sonora, haciendo buen uso de sus diferencias. El movimiento de incluir la música funcionó como un envoltorio de las obras visuales, generando atmósferas que se escabullen a ser apresadas por vía de la palabra, conmueven, tocando la fibra íntima, haciéndonos recorrer territorios sonoros inexorables y singulares.

 

 

Al momento de seleccionar los textos a trabajar, se priorizó la sonoridad de las frases por sobre el contenido narrativo. ¿cómo opera esta consigna en la dinámica de creaciónn?

 

Como Tarabust  me resultó un hallazgo, de esos que nos conceden las buenas lecturas, detalles que abren un mundo nuevo, significantes que pueden ser transformados en una causa de producción para mí y para otros, se me ocurrió que debía realizar también una experiencia de lectura con los artistas participantes del proyecto. Entonces, tomando el estilo fragmentario de los textos de Quignard,  dupliqué la apuesta, despojando los textos de un contexto y de su autor, para evitar la elección por autoridad o por comprensión intelectual, pidiéndoles especialmente a los artistas que las eligieran por sonoridad, por resonancia. Seleccioné textos de Quignard, de Lacan, de Miquel Bassols, de Ruth Goremberg, entre otros pocos.

 

 

Mi proceso de selección de textos fue por las resonancias semánticas y libidinales, aunque ya tenía una transferencia con los autores que había elegido, a diferencia de los artistas que participaron. Luego fue el turno de ellos, nos reunimos en mi casa y tuvimos una dinámica de trabajo organizada en tres tiempos: la presentación del proyecto, la lectura y la selección de textos y el momento de conversación y elección de un texto único por dupla. Había una hora de lectura, donde en silencio cada uno leía e iba eligiendo entre tres a cinco textos. Se explicitaba que no era importante comprender, sino dejaran que los textos los eligieran a ellos por su sonoridad. Luego, las duplas: el artista visual y el músico tenían un momento de reunión para leerse las frases elegidas, comentarlas y, finalmente, decidirse por una que sería el disparador conjunto. Hubieron dos grupos que tuvieron que trabajar a distancia. Seba Garay y Paula Neder que estaban en Barcelona en el momento del  encuentro, tuvieron que leer los textos por mail, los recibieron la noche anterior, y debían leerlos en el mismo momento que el resto de los artistas, en el mismo horario, conversaron con sus respectivos compañeros de dupla y eligieron sus textos a distancia. Luego armé grupos de whassapp con cada una de las duplas y tuvimos algunos encuentros presenciales que incluyeron el registro de proceso, intervenciones e intercambios, e inclusive la convocatoria de todos juntos a un encuentro interdisciplinario sobre Música & Psicoanálisis en la Bodega Monteviejo, con la charla «Contrapuntos musicales» a cargo de Luz Casenave que es analista y músico;  se conformó una mesa de conversación donde estuvieron Javier Segura, David de Mata, Lilian Giubetich, Marcos Faingold. A nivel de efectos considero que operó como una intervención a mitad de proceso, incluso se invitó a gente que no formaba parte del proyecto a participar de tal actividad. }

Resultó vivificante, abrió nuevos interrogantes del tipo de preguntas: ¿la música es humana? Se trató de un corte transversal, que permitió reformular, abrir nuevas posibilidades. Entonces, de algún modo si bien hay una consigna disparadora, alrededor, suceden otras intervenciones y otros efectos que operan en la dinámica de la creación, algunos inesperados.

 

De todas maneras considero que es muy importante propiciar espacios para la indagación, para la creación y la conversación, luego están las contingencias y los encuentros que los participantes mismos van buscando respecto de sus procesos.  Después que se realiza la inauguración de la primera muestra, se produce un intervalo, que entiendo opera a la manera de un silencio musical. El otro momento que supone una reformulación o alguna variante es en el marco del Plus + Arte. En este caso, se sumaron monólogos teatrales que se articulaban a la propuesta musical, los actores trabajaron con una dinámica similar para escribir sus guiones, con la dirección de Francisco Suárez y la actuación además de él mismo, de Pilar Vellón y Guadalupe Carnero. También se realizó una muestra de fotografías de Ariel Larriba que captaban un punto que era una síntesis conceptual en lo visual de lo que había sido la producción conjunta de cada dupla en sus instalaciones.

 

 

 

¿Cómo seleccionaste los grupos conformados por una artista y un músico?  ¿Qué características o factores tuviste en cuenta? 

 

Cabe destacar que si bien fueron diez personas las que trabajaron en grupos constituidos por un artista visual y un músico. Vivian Magis & Seba Garay, Matías Ruarte & Víctor Silione, Mónica Souza & Paula Neder, Leo Pedra & Hernán Gómez, Romina Baigorria & Lilian Giubetich. También hubieron participaciones especiales como fue el caso de Deborah Dixon, Roy Quiroga, Gabriel Sainz. Para el Plus + Arte 2018 se sumaron en el marco de Tarabust, el proyecto  de colaboración visual y musical “Silencio” de Max Aguirre y Seba Garay, una muestra de ilustraciones y música de Tute “Humor afinado”, una muestra de fotografías sobre el proyecto de Ariel Larriba y una instalación sonora a gran escala llamada”Bramido” ideada por mí, realizada por Nuria Armesto y con la intervención sonora de David De Mata, montaje de Andrea Cazorla y diseño de Laura Silberberg.

 

Mi criterio para seleccionar a los artistas es uno por uno, dado que me interesa que los grupos que se armen sean lo más heterogéneos posibles, pero tengo en cuenta ciertos detalles en relación con las obras, el uso de materiales, los soportes que utilizan los artistas visuales, en el caso de los músicos en esta oportunidad me parecía importante que provinieran de distintos géneros musicales. Lo que suele suceder es que conviven en el mismo espacio de trabajo, artistas con gran trayectoria y otros más noveles, hay diferencias generacionales, de formación y estilísticas entre ellos. Hay una parte que se podría decir atiende a un criterio estético o una cuestión de transferencia mía con las obras es decir porque su obra me conmueve, o me resulta interesante para dar cuenta de ciertas indagaciones que suponen los proyectos. Pero, hay otra vía de selección de índole transferencial a la que le doy mucha importancia.

 

La primera artista convocada fue Lilian Giubetich con quien veníamos hablando desde el año anterior a comenzar el proyecto y sabía que la iba a convocar desde dos lugares: como psicoanalista y como artista. En todos los proyectos convoco a psicoanalistas de la Asociación Cuyana de Estudios Psicoanalíticos ACEP para que realicen comentarios o puntuaciones desde el psicoanálisis en relación a los proyectos, de ahí nació la idea de armar con Diana Palma, presidenta de ACEP, un espacio denominado “Puntuaciones analíticas”, y en esta oportunidad Lilian también hizo un recorrido y una producción pensando los temas que vinculaban la música & el psicoanálisis.  Respecto a su convocatoria como artista, luego de charlar con ella pensamos que haría buena dupla con Romina Baigorria, unidas por la abstracción, en la obra de Romina y su particular uso de los colores en su producción pictórica y Lilian desde el lenguaje musical a través de su propuesta en cello y loops.  Había una intención de sumar, además, a artistas de otras provincias y por sugerencia de Meli Nafissi, incluí a Romina Baigorria de San Luis y a Matías Ruarte de San Juan. Matías es un pintor joven muy talentoso y abierto a la experimentación y Víctor es un músico joven también muy talentoso, con gran capacidad de trabajo y de creación en contextos muy diversos. Lo cierto es que conectaron desde lo lúdico y la novedad y los resultados se notan en su obra. A Paula Neder y a Seba Garay los conocía, me encantan sus canciones  y me parecían dos grandes talentos musicales, cantautores de nuestra provincia que además suponía se iban a enganchar con una propuesta experimental. En el caso de Paula  se me ocurrió que haría una buena dupla con Mónica Souza, fue más intuitiva la decisión. Lo que pasó después es que Mónica me pidió trabajar con Paula, sin saber que yo había pensado en esa dupla, en su taller tenía frases de sus canciones pintadas en el mobiliario y se reconocía como fan de la música de Paula. A Mónica Souza me la sugirió Fernando Rosas y habíamos tomado contacto hacía tiempo atrás, me parecía muy conveniente incluir a una escultora que trabajara el metal como ella lo hace, en general colocando las obras suspendidas, pensando también en la escala del espacio. A Vivian Magis quería convocarla desde hacía tiempo por el impacto que me generaba su obra, me parece única su obra en cerámica. Entre Vivian Magis y Seba Garay consideré como un dato a favor la diferencia generacional, intuía que iba a ser provechosa para ambos y efectivamente creo que los resultados del trabajo dan cuenta de ello. A Leo Pedra me lo sugirieron Sandra Barrozo y Laura Rudman, en el caso de Leo me interesó que fuera pintor pero además, el hecho de que fuera escritor.
En algunos casos hago una gran apuesta, ya que convoco a artistas que no conozco o conozco muy poco y también me parece bien abrir puertas a artistas que no han participado previamente, además el proceso toma el riesgo de que uno no sabe de antemano los resultados. Por otra parte tenía presente la idea de invitar a un músico que viniera del ámbito de la experimentación sonora.

 

Según mi criterio, el proyecto requería transitar ese tipo de experiencia musical para ser mejor indagado, así fue que Carlos Escoriza me sugirió a Hernán Gómez, que contaba con una amplia experiencia y recorrido en la experimentación sonora, especialmente en Francia.
La propuesta de Hernán y Leo fue ir a la caza de sonidos, y es sorprendente escuchar y ver de qué manera con cualquier elemento o instrumentos muy variados, incluso fabricados por él, se las ingenia para hacer música, me parece muy valioso en relación con el saber hacer. La dupla de Leo y Hernán siguió trabajando y reformulando su propuestas hasta el final del proyecto. Efectivamente, Leo además de sus pinturas presentadas como tríptico, escribió dos textos poéticos que pudieron ser puestos en escena durante las performances.

 

Me pareció un lujo contar con una artista como Deborah y además muy pertinente en relación con la temática del proyecto, su participación especial se centró en trabajar sobre la voz. Justamente es considerada una de las voces más potentes de nuestro país, aunque ella es costarricense, ha explorado diversos géneros musicales (rock, soul, blues y gospel). Participó en distintas instancias del proyecto, durante la performance musical de la inauguración del proyecto, durante el Plus + Arte presentando una instalación sonora con intervención artística de David De Mata que se llamó “ La voz de mi alma” para dar cuenta de los orígenes de su voz y también una performance musical de voz y percusión junto a Roy Quiroga.

 

 

En Tarabust, toma mucho protagonismo el proceso como parte de la experimentación que propone, ¿Qué conexiones encontraste como curadora entre los diferentes proyectos finales y cada proceso?

 

Se puede pensar que la situación inicial general es incómoda. Pero eso tiene un valor muy grande, porque lo que primero que se presenta como obstáculo, se convierte en posibilidad, abriendo nuevos modos de encarar una tarea, nuevos modos de vincularse a una tarea creativa. Las consignas no son directivas, son consignas abiertas, no son afirmaciones sino preguntas, nos interrogan del mismo modo que sucede muchas veces con las obras de arte, y eso, resulta ser elemento que genera cierta angustia que se produce en el momento inicial al no comprender. Pero es una angustia productiva, finalmente causa a la tarea.  Además, este tipo de procesos suponen que hay lugar para lo imprevisto, ya que uno, no puede anticipar los resultados, con lo cual pueden haber reformulaciones sobre el recorrido. Lo inesperado puede ser con un sesgo positivo y no necesariamente negativo. En el caso de Tarabust, lo que resultó interesante fue que si bien se planteó que los trabajos podían ser individuales, las duplas terminaron trabajando en obras conjuntas. Aunque cada uno realizó su producción visual y /o musical dependiendo de sus talentos, hubo mucho intercambio discursivo previo. Además, se enlazaron no sólo a la tarea sino entre ellos, los procesos fueron con mucho compromiso en ese sentido, respeto y cariño. Algo que me parece importante rescatar que el término “Tarabust” fue un disparador es sí mismo, por ser enigmático en su significación pero también por ser rítmico. Incluso en la obra de Leo Pedra o de Matías Ruarte cobró fuerza especialmente, tanto o más que el texto acordado. Podría decir además, que las instancias intermedias como fueron la intervención de Luz Casenave tuvo efectos en el proceso, especialmente en algunos de los artistas. Otra instancia que suele ser no sin efectos es el momento de hacer registro audiovisual del proceso, que toma el estatuto de mirada, pero también de escucha, ellos mismos hablando alrededor de su hacer y de cómo lo van llevando a cabo,  puede ser un momento de viraje, de reformulación y hasta de concreción. Por ejemplo, en el caso de Seba Garay, su melodía surgió durante el primer encuentro que hicimos el registro audiovisual del proceso, ese día él y Vivian comenzaron a hablar de lo que venían haciendo cada uno, y ahí mismo nació la melodía. Vivian Magis que trabaja con la cerámica ya había planificado los tiempos para cada etapa en la realización de su obra, ya que por la materia que utiliza debía ser muy previsora, así que en ese momento ya podía verse su obra en proceso, avanzada. En el caso de Paula la canción decantó luego de una experiencia con “los ojos vendados” que no era parte del proyecto pero se vinculaba en cuanto al énfasis en la experiencia sonora, en desmedro de la visión. Ella cuenta que escuchaba el bombo de experiencia “El Sueño de los elefantes” y que le provocó tal impacto que ni bien finalizó se vio obligada a volcar inmediatamente en la escritura su canción que se llamó “Tu nombre”. De hecho lo compone con la caja. Con Mónica ellas venían trabajando el ritmo, y ahí se esclarece como lo trabajan en relación al amor, vinculando el latir del bombo con el corazón “agarrado” y “desprendido” en la escultura de Mónica, y la conclusión de ambas acerca del amor como lo que ata y libera. Y ellas pudieron hacer algo muy interesante en ese sentido, Mónica suele blandir el metal, tarea que realiza habitualmente en su taller, lo hizo al ritmo musical que le sugirió Paula y con esa materia sonora, Paula compuso luego su canción.

 

En “Danza murciélago” Matías y Víctor logran articular visual y sonoramente lo “tarabusteante” de la música, Matías con su tríptico “unos hombres danzan a su pesar tapándose los oídos con unas telas”, Víctor con la instalación sonora acentúa la posibilidad de la recreación musical a partir de la inclusión del theremin, un instrumento que no se toca, una danza en lo invisible referida a ese mapa sonoro “ruidoso” en cada uno, pero también la posibilidad de recrearlo a partir de intervenir sobre él, un poco lo que hace el músico cada vez que crea un tema y la propuesta de invitar a los participantes a ser parte de esa intervención sobre la música tocando el theremin. El trabajo de ellos fue a distancia, lo cual si bien hacía más difícil el proceso, creo que el resultado dio cuenta de un gran trabajo conjunto. Es un proyecto que tiene muchas sutilezas, como el hecho de que Víctor grabó el sonido de murciélagos que forman parte de la música compuesta por él que está dividida en dos momentos, donde se escuchan dos composiciones dentro de una, los murciélagos son incluidos de manera lúdica por Matías en su performance durante el Plus + Arte cuando tira los murciélagos de papel al público, a la manera de avioncitos.

 

Fue un desafío para Lilian y Romina trabajar a distancia, y me pareció interesante si bien el planteo inicial en la obra de Romina era una pintura, que se agregue luego un objeto que aparece de algún modo poniendo en relación la idea de cuerpos resonando, también atravesados por la música y mediatizando las vibraciones, los colores de la música, también me hace pensar en el cuerpo del cello como un gran resonador. De hecho la obra se llamó “Cuerpos resonando en lo disímil”. Eso que se proyecta al principio como una abstracción del sonido termina haciendo énfasis  en cómo el sonido impacta en los cuerpos, y esos cuerpos que resuenan en el vacío del Otro, lo hacen de manera singular.

 

Las obras más allá de sus planteos diversos “Las voces del agua” (las posiciones de los sujetos hablantes frente al llamado de las voces áfonas y sonoras), “Danza Murciélago” (el ruido que empuja a la danza en relación con la posibilidad de recreación de lo musical cuando aparece una intencionalidad de hacer música), “Tu nombre” (el amor en tanto que ata y libera  a los amantes, al igual que la música), “Fluido con cántaros y apetitos gozosos” (la indeterminación del sonido que hace que quedemos inmersos en él, aludiendo a esa inmersión sonora de la que venimos y a la que no podemos eludir) y “Cuerpos resonando en lo disímil” ( los cuerpos conmovidos por la música, abrazados, envueltos por ella). “La voz de mi alma” esa  instalación en la que Deborah realiza un repaso con su voz, de ese  el archivo musical como le gusta decir a Luz Casevane, ir a las raíces de la propia voz, al cómo fuimos cantadas antes que contados dando cuenta de las mixtura de influencias musicales, su origen idiomático, sonoro y áfono que matizan su propia voz.  “Bramido” la instalación que trabajé en conjunto con Nuria Armento (realización) y David De Mata (intervención artística sonora), Andrea Cazorla ( en montaje) y Laura Silberberg ( en diseño) buscó evidenciar la dimensión de lo real de la voz pero al convertirla en un llamado que convocaba a la gente a distintos momentos y lugares, adquiere otro estatuto, lo simbólico de ese llamado.

 

Finalmente, cada una de las obras nos hacen escuchar el aspecto atronador de ciertas palabras y canciones, el modo en que resulta apaciguante reproducirlas de modo aleatorio, recrearlas, experimentar con ellas,  que realicen una pasaje de voz real a la voz como llamado, es decir dar lugar a una transmutación vía el arte. Tarabust Áfono & sonoro es una experiencia visual y musical para ser escuchada.