Autogestión del cariño

Jazmín Giordano, Argentina.

 

Centro Cultural Recoleta, Buenos Aires, Argentina – 2018.
Curadora: Carmen Ferreyra


Texto de Carmen Ferreyra:

 

 

“…es común la noción de la mujer como artista mala o kitsch, basada en la idea de que su estética es generalmente sin gusto y desagradable y que los temas que abordan (domesticidad, sexualidad y exclusión social) no son importantes ” (1)

 

Autogestión del Cariño envuelve al espectador en un mundo kistch rosa estridente, donde el ama de casa perfecta se mezcla con la estética de un bolero romanticón y el compadrito ya no es más compadrito. Ahora es compadrita. Los productos de limpieza doméstica toman vuelo. El ama de casa es reina en un reino sin rey y en un mundo que cuestiona los valores patriarcales: ella se los apropia, los limpia con lavandina y se los devuelve a la audiencia planchaditos y almidonados, con un brillo muy queer, recién salidos del aviso publicitario de la TV.

 

La obra de Jazmín Giordano se sale de la heteronormatividad, proponiendo una reflexión sobre el rol de la mujer dentro del hogar. Autogestión del Cariño transcurre en un espacio asfixiante, ahogando al espectador entre roles sobre-exagerados. La protagonista es un ama de casa de mediana edad, de clase media, que toma al pie de la letra los requisitos impuestos por los medios. En su intensión por cumplir absolutamente con todo,  transforma su rol en una obsesión por la perfección hasta llegar al ridículo, a la sátira. El olor a producto de limpieza se filtra por la nariz. En la exigencia por cumplir con las expectativas de ama de casa y madre perfecta, Giordano disecciona el mensaje impartido por los comerciales televisivos de productos de limpieza, apropiándoselo y decidiendo hasta dónde llevarlo.

 

Autogestión del Cariño sofoca al espectador dentro de una instalación extremadamente kitsch. Chorrean colores estridentes que explotan en la retina. Son los colores de la apropiación del mensaje que asume una temática no sólo feminista, si no también queer(2) “Queer también puede abarcar una identidad heterosexual si existe una intención consciente para salirse de la heteronormatividad,” explica Susana Vargas Cervantes(3).
Jazmín Giordano lleva su mensaje como bandera, invitando a un grupo de artistas mujeres a que participen con performances y videos a lo largo de la muestra, exponenciando el potencial expositivo de la muestra. Giordano es militante, feminista, queer, y el espectador no tiene otra opción más que sumergirse en la obra.

 

Dos personajes dominan la escena: el ama de casa y la compadrita. El ama de casa (y valga destacar el artículo masculino delante de ama) hipnotiza al espectador con sus colores. Es imposible no verla saturadamente feliz en su mundo de flores y frascos de limpieza.
Está inmersa en su trabajo doméstico, no reconocido porque lo hace por amor. Lavandinas y limpiavidrios se transforman en aves y floreros que el espectador identifica inmediatamente porque se los han vendido por la TV. El desborde visual es una publicidad televisiva que se mete en la retina sin previo aviso. Según Kathleen Rowe, los géneros cómicos de la sátira y el grotesco se construyen sobre la transgresión y la inversión, sobre el disfraz y las máscaras y los reversos sexuales (4).

 

Dentro del kitsch de Giordano el humor se basa en la exageración de ciertos gestos y movimientos corporales combinados con una complejidad emocional que conecta con la audiencia.
Este ama de casa desbordadamente perfecta crea una tensión que inicialmente atrae al espectador porque ella se sacrifica por amor, enmascarando como aceptables comportamientos abusivos, explotadores, violentos. Lo kitsch seduce pero no oculta el mensaje –lo resalta– y el humor funciona como un compromiso afectivo hacia el objeto, creando una distancia y constituyendo ese mismo objeto como objeto estético (5).

 

 

Por otro lado, está la compadrita. Jazmín Giordano toma la figura del compadrito y se la apropia. La queeriza.
Aquel compadrito que nació en el arrabal era el compadre wannabe: hombre joven, de bajos recursos, que se lo identificaba fácilmente por lleva un pañuelo en el cuello, un cuchillo en el cinturón y sus botas de taco (6).
La compadrita de Giordano usa pañuelo fucsia y pantalones de leopardo: es el kitsch que toma el mensaje original para sublevarlo. ¿Es esta compadrita un travesti? ¿Qué pasa cuando una mujer se viste de hombre? Según Vargas Cervantes, “Travesti no es sólo una identidad de género, es también política,” y la obra de Giordano insisto, es militante (7).
Giordano toma la imagen del compadrito que representan a ese macho argentino fuerte y viril, símbolo primario cultural de la masculinidad rioplatense. “Muchas veces la imaginación popular decide hacer putos a los mitos o a los patriotas como una especie de revancha, un castigo” (8). Giordano da revancha e interrumpe las estructuras patriarcales para cambiar el arte de manera radical (9).
Jazmín Giordano rescata la imágenes del compadrito y el ama de casa que venden los medios –figuras en extinción– y crea a sus propios personajes en un juego de revancha. Como cualquier otro televidente, la artista recibe el mandato, pero decide qué tomar de lo impuesto, lo digiere y lo devuelve con otra forma y contenido.

 

En Autogestión del Cariño, Jazmín Giordano toma las riendas del mensaje, lo traviste y propone un nuevo ser argentino: contemporánea y queer.

 

 

 

 

1- Fajardo-Hill, Cecilia. “The Invisibility of Latin American Women Artists”. Radical Women: Latin American Art, 1960-1985. Los Angeles: Hammer Museum and DelMonico Books/Prestel, 2017. 2-  Vargas Cervantes, Susana. ¿Qué hace que una obra sea queer Revista Vice, 2015./3-  Ibid. 4-  Laguarda, Paula Inés. “The Laugh of Niní / 5-  Vargas Cervantes, Susana. “Letter to the editor”/6-  La imagen  masculina del compadrito surge a partir del gaucho, que la cultura literaria rescata a principios del siglo XX para crear la imagen del macho argentino. En aquel entonces, el gaucho estaba prácticamente en extinción. Durante el inicio del siglo XIX, los gauchos sufrieron una gran pérdida de independencia. De andar libremente por el campo, pasaron a estar bajo ley bajo la supervisión de estancieros, obligados a llevar consigo documentos y certificados de empleo, o enfrentarse al servicio militar obligatorio y trabajo forzado. Esto cambia con la ola de inmigrantes que llega al país hacia inicios del siglo XX: Argentina contaba con más de un 40% de inmigrantes, y en Buenos Aires se hablaba inglés para el comercio, francés en la cultura y una mezcla de español de Galicia con dialectos italianos y de Europa del este de manera cotidiana. El gaucho resurge y se asienta como la imagen nacional que unificó el “ser argentino”. Archetti, Eduardo P. “Masculinity, Primitivism, and Power: Gaucho, Tango, and the Shaping of Argentine National Identity”. En Gender, Sexuality, and Power in Latin America since Independence./7-  Vargas Cervantes, Susana. “Saliendo del closet en México: ¿queer, gay o maricón?” En La Memoria y el deseo. PUEG. UNAM. 2014./ 8 – Viola, Liliana. “Aquí me pongo a contar”. Soy, Página 12.- 2017 /9-  Fajardo-Hill, Cecilia. “The Invisibility of Latin American Women Artists”.

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