Times in Collapse

Nicolás Lamas, Perú.

Centre de Création Contemporaine Olivier Debré, Tours, Francia – 2021
Fotos: Josépha Blanchet, cortesía del artista.


Texto por Isabelle Reiher, Directora del CCC OD :

Con su insaciable interconexión de ideas, conceptos, objetos e imágenes, la exposición de Nicolás Lamas es una metáfora de la materia viva y sus innumerables ciclos. Pero la materia viva a la que hace referencia no se limita en modo alguno a lxs seres humanos: se refiere a todo lo que atraviesa la energía, así como a la materia inerte que cobra vida por los efectos de la contaminación. De ahí que la exposición adopta la forma de un cuerpo gigantesco dentro del cual se producen cambios multifacéticos debido a las interacciones entre los diversos componentes del organismo.
La nave se ha convertido en un campo de acción para lxs visitantes que, a medida que avanzan en el itinerario de la exposición, reinventan constantemente el potencial narrativo y ficticio de las obras expuestas, sumando así el eslabón que antes faltaba en el sistema. Como dijo el propio Nicolás Lamas, en lugar de considerar cada objeto de forma aislada, su finalidad es más bien discernirse en las conexiones y relaciones que se generan entre ellos. Es por ello que todo aquello que pueda parecer ausente, olvidado, se convierte en parte fundamental del trabajo que nos ocupa, comenzando por la presencia física de lxs visitantes, sus miradas y sus interpretaciones infinitamente variadas.

El título de la exposición, Times in Collapse, sugiere la ruptura de cierto orden mundial. La instalación es un vertiginoso viaje a través del tiempo, desde la Antigüedad hasta nuestros días, dando igual peso a fragmentos de materia orgánica, artefactos mutilados y otros restos más o menos identificables. Conectadas de manera tan incongruente entre sí, estas realidades sucedáneas no pueden dejar de provocar reflexión, tal vez incluso incredulidad. Lamas formula multitud de preguntas que trascienden el lenguaje, refiriéndose a reglas aún por establecer y en la mayoría de los casos encontrando los inicios de respuestas en lo intuitivo, el error, el azar y lo insospechado.

Haciendo uso de la técnica de la “exhibición comercial”, un procedimiento escenográfico cuya aplicación a la presentación de obras de arte ha sido objeto de estudio recientemente (1), Lamas centra la exposición en puntos de vista críticos que nuestras sociedades contemporáneas pueden dar lugar: el futuro de nuestros caminos de vida ante los rápidos cambios que está sufriendo nuestro planeta por sobreproducción y sobreconsumo; la noción de deambular, el revolcón casual del cazador de gangas; el deseo de lo bello, la búsqueda de algo duradero, nuestra capacidad de resiliencia ante desastres, guerras y epidemias.

Resaltando lo mundano y dándole valor, animándonos a mirar más de cerca lo anecdótico, lo abandonado, incluso lo feo, cada acción del artista se relaciona con esta impresionante organización que busca relativizar la importancia de la humanidad en la Tierra enfocándose en otras formas de vida potenciales. . En la era del transhumanismo, la posición central de la humanidad en el planeta se cuestiona a favor de una visión más amplia de la vida, teniendo en cuenta las posibles interacciones entre todos los organismos vivos, en su infinita capacidad de cruzarse e hibridar. La humanidad no gobierna aquí, sino que interactúa en pie de igualdad con todas las demás especies.

Al poner en colisión las escalas de valores de los diversos objetos, junto con sus procedencias geográficas y las épocas en las que fueron creados, se vean o no como obras de arte, el trabajo de Lamas nos trae continuamente de vuelta al aquí y ahora de nuestra condición de estar en el mundo. Times in Collapse, una composición a gran escala diseñada como una sola entidad, puede interpretarse como una vanitas, una alegoría contemporánea del paso del tiempo, de nuestra finitud y nuestras diversas dependencias. Pero este gran ecosistema también plantea la cuestión de una posible condición posthumana para la humanidad, asumiendo la existencia de interacciones complejas y no reconocidas que probablemente proporcionen nuevas hipótesis de vida.

Mientras seguimos el tren de asociaciones de ideas que sugiere, Nicolás Lamas nos invita a ahondar en nuestra imaginación y decidir de dónde proceden los objetos que nos rodean y cuál podría ser su destino. Existe una necesidad urgente de examinar el presente para especular mejor sobre posibles futuros. En consecuencia, nuestras zonas de confort se trastornan, cambian, al igual que ciertos viajes que emprendemos nos llevan a revisar nuestros prejuicios y sacudir nuestras convicciones. En un universo donde las convenciones e interacciones cotidianas se dan vuelta, cada individux tendría que reinventar su propio mundo, nuevas estructuras sociales, modalidades de existencia adecuadas, diferentes formas de convivencia.

En primer lugar, la instalación se basa en sistemas de presentación ajenos al entorno del museo: los artefactos expuestos no se colocan sobre bases o vitrinas, sino en grandes vitrinas refrigeradas de supermercado. Más adelante, las columnas de las unidades de almacenamiento de IKEA forman estantes verticales, estanterías para artículos valiosos, clasificados e inventariados como una colección en un museo de ciencias naturales o un gabinete de curiosidades.

Provocando un choque cultural y contextual, construyendo puentes audaces entre disparidades, el artista destaca la brecha entre la búsqueda del conocimiento y el hiperconsumismo masivo.

En su conjunto, la nave se convierte en un vasto paisaje formado por una serie de islas cuyos sustratos aún están en movimiento. El ojo se desplaza y alterna entre verticalidad y horizontalidad. Un paisaje sincrético que no presenta esculturas modeladas por la mano del artista, sino ensamblajes y collages sin una estética claramente definida, interactuando para generar dinámicas de fuerzas, polinizaciones y simbiosis, como es el caso del funcionamiento de cualquier comunidad. Las asociaciones son ciertamente sorprendentes: un par de zapatillas quemadas cuyas suelas se han derretido pero en cuyas cavidades siguen creciendo arbustos enfermizos, raíces coriáceas ganando terreno al plástico resistente de los zapatos, señal de que la vida siempre encuentra un camino a pesar de todo. Las prótesis de miembros humanos se refieren a un presente ralentizado por gestos constreñidos, cuerpos obsoletos. Por el contrario, los fósiles sedimentarios de organismos evocan los orígenes de la vida. Más lejos, un nido de avispas, abierto y seco, se coloca en una fotocopiadora como una antigua cabeza esculpida, evocando un vocabulario artístico que ha sido copiado mil veces. Como si hubiera estallado una nueva disputa entre lo antiguo y lo moderno, esta unión incongruente parece expresar la noción de un juego que enfrenta a nuestro mundo contemporáneo, exaltando la innovación y defendiendo la idea del progreso, contra el retorno a la Antigüedad, que simboliza la perfección y la culminación de un estilo inmejorable.

En los gabinetes refrigerados, intentos de conservación a largo plazo, la determinación de congelar la materia viva, todo un mundo de objetos dialoga de manera interdependiente. Una flauta traversa se empareja con un hueso en referencia a la primera flauta prehistórica. Se puede ver una copia del busto de un filósofo clásico a través de una distribución de teclado de computadora impresa en el cristal de una ventana. Justo al lado, una imponente planta marina extiende sus innumerables redes de frágiles zarcillos como las sinapsis del cerebro. Dando expresión concreta a la noción de conocimiento y sus diversas formas de transmisión, este enfrentamiento de imágenes nos habla del lenguaje y sus traducciones, de la oralidad a la escritura, de la Edad Clásica a las tecnologías modernas.

En la obra de Lamas, los reinos animal y vegetal, así como el mundo mineral, interactúan constantemente, superponiéndose para hibridarse, produciendo así nuevas especies sacadas de la ficción, una realidad virtual que bien podría convertirse en nuestra experiencia cotidiana dada la incisividad. y lucidez de esta visión de nuestro entorno. Depende de nosotrxs explorarlo y encontrar lo que nos permita visitar el mundo en su belleza subjetiva, como sugiere Hans Bellmer en su Petite Anatomie de l’Image: “(…) un objeto, el pie de una mujer por ejemplo, es sólo real si el deseo no lo toma inevitablemente por un pie ” (2).
Por tanto, nuestros deseos pueden proyectar identidades específicas sobre las cosas, el recuerdo de una experiencia o la invención de una realidad personal.

Al elegir deliberadamente objetos de todas las épocas, el artista nos ha proporcionado una historia antropológica revisada a la luz de múltiples futuros potenciales. Como un arqueólogo que se basa en las huellas de una civilización pasada para reconstruir los componentes perdidos de una reliquia, Lamas vuelve al pasado para buscar lo que nos permita imaginar el futuro, uniendo los intersticios con prótesis reversibles.

Las piezas verticales en el centro de la nave son referencias a la columna como componente arquitectónico clásico y pilar de todos los sistemas. Encima de una fotocopiadora cuyo funcionamiento interno queda a la vista, una réplica de un torso del sátiro frigio Marsias, flautista e inventor de la música, impone su presencia en toda su sutil poesía y fragilidad. En su evolución gradual, la reproducción masiva plantea la cuestión del progreso junto con la de la pérdida, ya que los detalles de la información tienden a disiparse con el paso del tiempo.

En otra zona, varada en medio de un tramo de agua estancada, una Venus de yeso negro sin piernas está encerrada en una columna de plexiglás de color naranja oscuro cuyas paredes protectoras están perforadas con un diagrama de una red electrónica, otra indicación de los flujos de información en constante circulación en la exposición. Encaramado sobre una base compuesta de viejos discos duros de computadoras obsoletas, el cuerpo aparentemente carbonizado de la diosa ha perdido sus cánones de belleza y permanece congelado en un charco de agua sucia.

Un automóvil accidentado yace en el fondo de la misma piscina, aniquilado por la velocidad y dando rienda suelta a la idea de un tiempo ya pasado cuando todavía se usaba petróleo para proporcionar energía para viajes e intercambios. Sin rastro de nostalgia pero destacando los rápidos y casi incontrolables cambios de nuestro mundo contemporáneo, esta zona de tintes apocalípticos pretende ser un punto de partida para una nueva era, quizás aún no reconocida, pero en la que se abre la noción de posthumanismo junto a nuevas posibilidades.
Una vez que ha caído el crepúsculo, todo lo que viene de la tierra vuelve a la tierra para volver a vivir de otras formas.

1 . Natacha Pugnet and Arnaud Vasseux (eds.), Faire étalage, Displays et autres disposi3fs 1 d’exposi3on, Nîmes School of Fine Arts, 2019.
2 . Hans Bellmer, Pe3te anatomie de l’image, EdiEons Allia, Paris, 2005, 2