La Fundación

Jose Ulloa Acosta, Chile.

 

 

Galería Gabriela Mistral, Santiago de Chile, Chile- 2018.
Fotos cortesía de la galeria.

 

La exposición profundiza sobre la industrialización de la minería chilena cuando capitales extranjeros, como los de la célebre familia Guggenheim, construyeron sus fortunas gracias a la extracción de recursos en el territorio nacional a principios del siglo XX.

 

Los ejes centrales de la exposición indagan cómo la filantropía de las mineras en Chile no ha sido compensación suficiente de la sustracción de riqueza, así como que el crecimiento sostenido de la industria ha repercutido tanto en la economía como en el territorio.

Con una serie de obras que van desde la escultura, fotografía, documentación y video, el artista propone dar cuenta de los orígenes que tuvo la industrialización de la minería y los capitales extranjeros que la modernizaron a comienzos del siglo XX. Con este objetivo, el artista explora las zonas mineras donde se erigieron cuatro yacimientos claves para la producción nacional en el siglo XX, y también, donde se emplazaron ciudades industriales que contribuyeron a que el capital humano se asentara en zonas de alta complejidad geográfica para la época, como Sewell, Chuquicamata, Pedro de Valdivia y María Elena, esta última, la única operativa como ciudad y patrimonio de SQM (Sociedad Química Y Minera).

 

De acuerdo a José Ulloa-Acosta, la influencia de los capitales extranjeros comenzaron a dar forma a las prácticas que hasta el día de hoy vinculan al Estado y a la empresa privada. En la exposición, esto se evidencia en una carta que el magnate de la industria minera, Harry F. Guggenheim, escribió en 1953 al presidente Carlos Ibáñez del Campo para advertir al Estado chileno de la crisis que sufría la industria del salitre, instando al gobierno a disminuir los altos impuestos que compañías salitreras como la Anglo-Lautaro, cuyo directorio presidía, estaban pagando.

 

Harry Guggenheim era sobrino del coleccionista de arte y filántropo estadounidense Salomon R. Guggenheim, cuya fundación de arte moderno, a principios de este siglo, analizó la posibilidad de instalar uno de sus famosos museos en Chile, con la condición que fuera el Estado el que financiara íntegramente un edificio para estos efectos.
Así, La Fundación hace referencia a la Salomon R.Guggenheim Foundation, que realiza filantropía por medio del arte, y al mismo tiempo, a las bases de la modernización de Chile, las cuales están en el proceso de industrialización minera a principios del siglo XX y luego, en la segunda mitad, con la nacionalización de la industria. “Ese proceso de la historia chilena es súper importante para la economía actual, ya que permitió que una parte de los réditos del salitre y del cobre se quedaran en el fisco. La compañía Guggenheim Brother co. se sentía sumamente involucrada con el país y tal vez por este motivo quisieron retornar de alguna manera”, afirma el artista, quien a partir de estos antecedentes cuestiona la posición filantrópica de los Guggenheim, quienes han instalado su apellido como una marca institucional en el mundo del arte.

 

 

“(…) No es casualidad que sus decisiones transiten entre soportes como planos Nolli, diagramados sacándolos de su posible función de mapas; tubos de cobre manufacturados incluso en China, Mexico o Colombia –la paradoja hecha realidad–, árboles foráneos como el pino traído de California, uso de fotografías de archivo, videos tomados clandestinamente, o como la interesante elaboración de moldes de vaciado en su proceso de retratar al o los responsables del que no se tiene imagen pública en Chile. Asimismo, lo enumerado es la ruta de paisajista que no le basta la contemplación sino que, muy lejos de ello, necesita como activista sigiloso que escudriña entre estadísticas, periódicos, conversaciones con fuentes directas, cartas de carácter político, fotografías olvidadas para reactivar la memoria y sumar ideas para sus juicios visuales.” Ricardo Fuentealba Fabio.