Memoria hecha Ofrenda ~ Lugar de la Memoria 


Lugar de la Memoria, Tolerancia e Inclusión Social, Lima, Perú ~ 2024


Artistas invitadas: Graciela Arias, Carmen Reátegui, Ana De Orbegoso, Ivet Salazar, Ariana Macedo, Claudia Caffarena, Verónica Penagos, Verónica Cerna y Maria Eugenia Moya
Curaduría: Brenda Ortiz Clarke
Imágenes: cortesía de BLOC art


Texto por Brenda Ortiz Clarke:

MEMORIA HECHA OFRENDA
Peruanas sanando desde la colectividad


Ofrendar es reencontrarse con un ritual que convoca memoria. Enlazados por un mismo accionar, reflejado como cesto cargado de perdón y trascendiendo del rencor con una gran finalidad: sanar, avanzando para ser mejores seres humanos, Pampanayakuy. 

Comparto junto a Kimberly Theidon cuando refiere sobre políticas de reconciliación en su libro “Entre Prójimos” y recalca cuánto hay por aprender sobre micropolíticas comunitarias, mediante las cuales podríamos comprendernos mejor. Definitivamente al ser tan diversos, somos más complejos pero ello no determina que unos sean mejores que otros debido a ubicación geográfica sino más bien debemos tener mayor apertura a compartir conocimiento entre individuos y comunidades. 

Nueve artistas en la sala “Mama Angélica” presentan obras como ofrendas, algunas siendo madres otras como hijas pero siempre siendo humanas. Resonando al unísono con la fuerza colectiva que convocaba Angélica Mendoza. Carmen Reátegui grita “Detente” con una obra que evidencia sincretismo a través de la convivencia entre Santa Rosa y Sarita Colonia. El relicario en resiliencia de Ana De Orbegoso comparte esa capacidad femenina que no se rinde frente a la adversidad. Ivet Salazar conecta con la ancestralidad mediante el registro de la creación de un telar de cintura en la Huaca Pucllana, donde habitaron 18 fardos de tejedoras de la cultura Wari. María Eugenia Moya sella sus abrazos con gradientes representaciones que dispersa esa cálida sensación al abrazar otro cuerpo en momentos que no se lograron dar. Desde otra mirada Verónica Cerna reclama autonomía sobre nuestros cuerpos y la construcción que rodea la maternidad, Macedo presenta una mesa respondiendo por todas sus ancestras y aquellas madres de familia que asumen un rol pre establecido silenciando la escapatoria. Verónica Penagos plasma mediante sangre movimientos que emergen del amor, fuerza y fertilidad. Graciela Arias flanquea a una mujer poderosa con dos hombres otorongos ubicando alimento debajo suyo como ofrenda a la Pachamama. Acompaña esta última, una instalación de Claudia Caffarena como oda al cacao y su sagrada deidad. 

No es una ofrenda por artista sino una de forma colectiva, reconociendo, confrontando aquello que no se quiere ver o hablar como parte vital para trascender, ejerciendo resiliencia y de manera clave para comprender llevar a cabo esta con la intención más pura, sanar.