Ground Control – Control de Tierra

Tulio Pinto, Brasil.

Humo Gallery, Zúrich, Suiza – 2017.
Texto de Munir Klamt.

 

La palabra “antiético” parece aplicarse como un adhesivo a la exposición de “Ground Control “ de Túlio Pinto, como si un péndulo estuviera oscilando entre el orden y el caos, y se podría percibir una naturaleza dual en las piezas: lo geométrico y lo informe (o la opacidad y la transparencia, la ligereza y el peso), en aparente oposición.

 

Cuando unimos estos  elementos como parte integral de un sistema único, las piezas se convierten en ideogramas, como una especulación directa indescriptible sobre el mundo que se desarrolla frente a nosotros.
Hay un aspecto gráfico intenso en el que la tridimensionalidad es a menudo borrada por el hueco que rodea las piezas, que luego se convierte en un boceto. En él, las líneas y formas existen en un trazado límpido, aunque ambiguo, porque siempre evoca su concreción. Una gramática de barras y cubos de hierro, líneas, burbujas de vidrio que parecen licuarse, arena, rocas asimétricas y reflejos se diseñan en un cromatismo escaso.

 

Para Túlio Pinto, el boceto es una herramienta vital para transubstanciar el deseo de las fuerzas en el trabajo de tener formas estables en el mundo: el boceto es el fantasma de sus esculturas, como Land Line # 9, cuyo equilibrio diferente parece ser más adecuado a la realidad de una hoja de papel que a la leyes que gobiernan el mundo que nos rodea.
Algunas de sus piezas son como una desaceleración del tiempo, como si el sonido estancado se materializara en el espacio, como en la serie Nadir, cuyas cualidades esculpidas pueden describirse usando palabras del ámbito de la música: ritmo, composición, armonía y silencio; una orquestación de materiales, volúmenes y escalas. Pero el resultado paradójico no es etéreo; es potente, como si este espectro de sonido se convirtiera en una alegoría de su creador. Aunque no antropomórfica, la escultura, en sí misma, contiene una virilidad, a pesar de su elegancia y aparente inestabilidad, que revela una plétora insospechada, como un músculo tenso estático, en el que se presumen las fuerzas involucradas.

 

En matemáticas, la expresión “belleza” se utiliza para referirse a una ecuación que utiliza un número reducido de elementos para abarcar un sistema, una realidad o un orden complejo. Esta vigorosa belleza es la regla en la exposición “Ground Control”. Tomemos Nadir # 8 como ejemplo. La descripción de las piezas es extremadamente concisa: una hoja de vidrio de 200 cm de alto y 80 cm de ancho equilibrada en la parte superior del primer escalón de una escalera de acero. Un cordón negro se balancea sobre el vidrio, y en cada extremidad, una roca sin forma. A través de la organización simple y económica de las partes, surge un sistema en el que las tensiones se colocan en su punto neutro, sostenidas por la acción de la gravedad. Hay algo de Vanitas en esta pieza, como si un momento o una acción se suspendieran y la disolución aguardara: su caída y su proyección demoledora en nuestra imaginación.

 

Esta escala precaria entre Eros y Thanatos, que se puede ver a lo largo de la producción poética de Túlio Pinto, implica la biografía más íntima de nuestra especie.
Imagina el vacío y luego dos esferas gigantescas. El primero es una masa móvil, licuada y luminosa en la oscuridad. Algunos miles de millones de años después, ahora la Tierra, nuestros pies tocan su suelo. La otra esfera, Theia, tiene el mismo tamaño que Marte y se mueve en su dirección, como si tirara de un hilo, a 40,000 km / h. Los cuerpos colisionan, generando la temperatura de un sol. Su superficie se pulveriza mientras el núcleo ferroso penetra en el suelo de la Tierra (al tocar la superficie de la Complicidad n. ° 9, no es improbable que toque los restos de una estrella). En este evento, parte de nuestro planeta fue proyectado en el espacio y contenido por la gravedad, solidificando gradualmente la masa sin forma en una esfera que ahora llamamos la Luna. Esta impresionante imagen salta de la realidad inhumana a un símbolo y, a lo largo de los milenios, aunque sea involuntariamente, la repetimos de infinitas maneras. El trabajo de Túlio Pinto refleja este asombro, como golpeado constantemente por la onda de choque de este evento primordial. Frente al presunto impacto de la piedra negra en Complicity # 12, de su fuerza rígida cuando está astutamente involucrado por la fragilidad del vidrio (como si la noche sedujera al sol), entendemos con cierta incredulidad que el choque de las estrellas, el equilibrio de los materiales y la luz que golpea nuestros ojos son parte de un enigma que anida en la oscuridad íntima de las cosas.