Bravaria. El reino inexistente

Sofia Torres Kosiba, Argentina.

Espacio Cultural Museo de las Mujeres, Córdoba, Argentina – 2019

La artista cordobesa Sofia Torres Kosiba, presentó en el Espacio Cultural Museo de las Mujeres la exposición titulada “Bravaria. El reino inexistente” trabajada en conjunto a un equipo multidisciplinar integrado por Lucia Palacio, Juan Manuel Armonelli, Renata Bonamici y Laura Victoria Gonzalez.

En Braviaria, la artista sigue con la premisa característica de su trabajo de tomarlo todo, desde una práctica sensible que sostiene y vincula tres conceptos claves en los que desarrolla su obrar; la invención, lo establecido y lo absurdo.
La exposición toma como particularidad la concepción y construcción de “un reino en Córdoba”, el cual se ve influenciado por la reciente visita a la ciudad de la realeza española con motivo del Congreso Internacional de la Lengua. Sobre este hito en la ciudad Sofia agrega “(…) de pronto me encontraba rodeada de información sobre reinas, reyes y cortes. Todas estas situaciones se me presentaron antagónicas y de un fuerte poder simbólico en relación a nuestra condición sudamericana. Me interesaba mucho la manera de sostener el poder simbólico que tienen las grandes potencias occidentales. Y como desde el monumento que deviene en souvenir se construye una identidad y una cultura. Me parece de una locura total.”

El reino de Sofia comienza desde la terraza de su casa, cruza el Parque Sarmiento, atraviesa la Plaza San Martin y llega al Espacio Cultural Museo de las Mujeres, donde aborda las particularidades y desconciertos del contexto en donde encuentra sus propios monumentos “(…) esta exposición que ocupa cinco salas en plan site-specific me permitió llevar adelante un protocolo de trabajo que tiene una relación directa con mi accionar performático. Moverme y decidir desde lo inmediato, tomar los acontecimientos cotidianos sin digerirlos y trasladarlos ya sea al lenguaje del vídeo, las instalaciones o las esculturas.

Las piezas escultóricas expuestas fueron realizadas en el patio trasero del museo durante las cuatro semanas de montaje. Esto le permitó a Sofia y su equipo de trabajo habitar el museo, convivir con los empleados y ocupar su espacialidad, también camuflarse en sus alrededores, observando y retratándo las dinámicas del entorno, desde la Plaza San Martin hasta la intimidad de su propia casa.
“(..) Llegar y encontrar una paloma muerta para iniciar las esculturas de aves muertas, encontrar un colchón en la calle y convertirlo en la lengua de la reina, erigir una mujer pájaro inspirada en la belleza carnosa de Patricia que en su uniforme azulado nos acompañaba en el frío del patio del museo, la carencia económica trasladada a los materiales y a los vídeos en contraste con algunos señalamientos a un lujo inasible. Un reino oscuro y un poco perturbador donde quedó poco espacio para el humor, aunque trastocado, aparece para desarmar una vez mas la engañosa idea de la esperanza.” finaliza Sofia al recordar el transcurrir de su producción y los vínculos que se generan en este proceso.

Texto de Carina Cagnolo:

Había una vez…

…un reino no tan lejano, Bravaria. En él, su reina despliega vanidad de pretéritos lujos, de brillos estropeados. Canta su erótica solitaria, lujurias de un reino cuyos símbolos de poder, trono y escudo, crepitan ruinosas victorias. Ella, voluptuosa, vanidosa, brava, bárbara, dolorosa, lastimera, adivina, chamana, reina de un reino sin porvenir. Una reina homeless.

Bravaria es el universo de ficción que Sofía Torres Kosiba despliega imaginando la historia de un reino que alguna vez fue próspero y – ¿quién sabe? – feliz, y hoy se muestra ruinoso y abyecto. En clave de sitio específico, el juego narrativo se teje entre la invención, la idea de lo establecido y el absurdo. La invención es una herramienta poética clave en la obra de Torres Kosiba. En las cinco salas del Museo de las Mujeres, se abre un vasto y complejo elenco de materialidades, lenguajes e imágenes. Videos (realizados junto a Lucía Palacio), esculturas en cerámica, obras sonoras (junto a Renata Bonamici), una gran instalación que entrelaza un imaginario plagado de sentidos paradojales.

Lo blando y lo suave de las telas batallan con el cemento que las domina. El canto amoroso y cándido se extraña con los gestos de dolor del cuerpo en la acción (o el gesto del canto carece de voz). Los sonidos replican armonías mientras traslucen cacofonías incómodas. Los tapices de las salas de la reina transmiten una atmósfera bucólica hasta que el detalle nos muestra extrañas criaturas delineadas. Animales violentados, aves muertas (como alegoría de la decadencia de las instituciones), atmósfera de ruina en los jardines del palacio. Lo establecido, que deviene de la tradición, y el monumento, que se levanta como símbolo de autoridad y poder, son las piedras basales del reino de Bravaria.

Sin embargo, sobre esta creación, la artista subvierte esas ideas y las contradice mediante el absurdo, que es su mejor arma. En las piezas de video performance, en la invención de sus criaturas o a través de diversas direcciones poéticas Torres Kosiba pone en tensión autoridad y tradición con el extrañamiento,mostrando lo residual, dejando ver lo que no debería verse o lo que nadie quiere ver, lo escatológico. Bajo una estructura fija, criaturas y acciones están en mutación constante, es procesual el sentido general de la instalación. De este modo, las cinco salas son su castillo, su mundo devenido ruina. Pero este mundo de ficción puede creerse no solamente en clave subjetiva o poética; invita también a mirarlo como una extraña metáfora del presente, en tono político.
Este trabajo de Sofía Torres Kosiba habla claramente del poder de las imágenes, de la pertinencia iconoclasta de su obra. La sátira, el sarcasmo, el absurdo, la invención son las armas poéticas de la reina brava.