Transformer

Luna Paiva, Argentina.

 

Galería ZMUD, Buenos Aires – 2017.
Fotos por Javier Agustin Rojas.

 

 

Las esculturas contemporáneas de bronce de Luna Paiva, representan a una vegetación salvaje cargada de misticismo e impacto visual.
Paiva documentó especies de plantas y piedras en un viaje a Paraguay, para realizar dioramas, selvas tridimensionales de papel que recrean paisajes.

 

Los objetos, exhibidos en ZMUD,  parecen glorificados al estar cubiertos por un manto dorado. Esto hace referencia a la tradición antigua de dorar, que buscaba “conceder” a un elemento de ánima divina.
El bronce, como recurso material y conceptual,  sigue al detalle la representación orgánica de las plantas y logra petrificarlas en el tiempo, haciéndolas “eternas”.

 

GAIA AUREA TRANSFORMER

 

Texto: Pola Oloixarac

 

Las primeras migraciones no pasaron inadvertidas. Se enroscaron en el cuello de antiguos edificios, como serpientes sigilosas. Se hundieron en el agua negra y comenzaron su descenso sobre el mundo de los hombres. Uno a uno, los escorpiones sutiles avanzaron en secreto y tomaron posesión de la noche.

 

Ya no existe una naturaleza. Los seres de la Tierra nos interpelan en una procesión inaudible, ensordecedora. El dios sereno que se escondía absoluto y deferente no puede escucharnos. Sobrevivir como especie es más plausible si creamos un nuevo mundo, más que aferrándonos a éste.

 

Still lifes de una jungla en transición, Luna Paiva nos revela el paisaje altivo de un exoplaneta. Guiados por Euphorbia superba, su majestad de los tentáculos, nos volvemos voyeurs de formas de vida que parecen interrumpirse para sumergirse y continuar en otra parte. Sus criaturas nos observan atrapados en pleno vuelo, proyectados a su luz rasante. Agazapados en su enigma propio, donde el caos de la naturaleza (pasada o futura) refulge encriptado en la oscuridad.

 

¿Cuál será el material de las plantas cuando el aire ya no lleve fotosíntesis, cuando los suelos ya no nutran de carne las hojas, cuando el oxígeno retroceda? Euphorbia superba y su séquito de sombras conforman una especie invasora exquisita, una utopía viviente.

Estudiosa del umbral mágico entre lo salvaje y la cultura y los meandros de la transformación de las especies, la obra de Luna respira un ecosistema ligado a la historia de la tierra. El agua la atraviesa como un fantasma.

 

 

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