Pulso

Nicolás Mastracchio~ , Argentina.

Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA), Buenos Aires, Argentina – 2019
Curaduría: Javier Villa.
Fotos: Guido Limardo, cortesía de MAMBA y el artista.

“A partir de la meditación, Mastracchio⁓ abre un terreno de mayor conciencia; la posibilidad de sentir el propio pulso, la respiración, la gravedad o el contexto que lo rodea. Y es esto lo que quiere ofrecerle al público: amplificar los sentidos de la vista, el tacto y el oído para desplegar la síntesis y la potencia sensorial que contiene hoy la imagen fotográfica, y así volver a mirar lo cotidiano pero con una percepción más afinada.
(…) Pulso sugiere otra manera posible de agregar información nueva al mundo desbordado de imágenes en la era digital: correr a un costado al fotógrafo y darle más lugar al director de cuerpos y de miradas”. Javier Villa, curador de Pulso.

Nicolás Mastracchio⁓ investiga desde 2007 las formas de producción y consumo de la fotografía digital, y trabaja en la frontera entre la realidad y la ficción a partir de composiciones fotográficas en estudio.
Pulso es la primera muestra individual de Nicolás Mastracchio~ en un Museo. En esta oportunidad, el artista ofrece una ambientación para que el público se conecte con todo su cuerpo al espacio, mientras las obras flotan libremente desde el techo. Las fotografías que cuelgan sin marco y sin tocar la pared se intercalan con móviles muy frágiles: una pluma sintética enganchada a un alambre de color, una hoja seca colgada de una tanza. Pequeños objetos como caracoles, una piedra de nácar o una cáscara de maní, cintas de papel o hilos están enmarcados por redes o cartulinas dobladas que giran suavemente impulsadas por el movimiento del aire. Las fotografías son un momento de síntesis dentro de la exposición: planos bidimensionales que condensan el contexto tridimensional desplegado en los móviles. Es decir, la imagen fotográfica concentra las relaciones estéticas, espaciales y materiales que están a su alrededor. El vídeo, en cambio, marca el pulso de la experiencia a partir de su fluir constante y, sobre todo, a partir de la pieza sonora que lo acompaña, que fue creada en conjunto con el artista Ismael Pinkler especialmente para esta obra y sostiene un ritmo para guiar la inmersión del espectador.

Mastracchio⁓ continúa con propuestas donde imita al espacio virtual de la imagen digital sin usar herramientas de post-producción, abocándose en esta exposición a la experiencia corporal del espectador. Con Pulso, el artista busca desacelerar la percepción a partir de una conexión con todos los sentidos. El proyecto fue influenciado por principios zen que el artista pone en práctica desde hace un par de años principalmente a través de la meditación.
El artista trabaja sobre el encuentro entre la naturaleza fija de la imagen fotográfica y las ideas de movimiento y transformación centrales en estos principios. Así, fue explorando las configuraciones espontáneas y efímeras de un pequeño universo de objetos, que es ordenado en pocos minutos y luego fotografiado. Estas composiciones conviven por primera vez en esta exposición con la instalación de objetos móviles que aportan movimiento a la experiencia.