Plasma

Rodrigo Hernández, México

Galería MADRAGOA, Portugal.
Mayo -Septiembre 2017

 
Para su exposición en Madragoa, Rodrigo Hernández presenta una instalación que ocupa por completo el espacio de la galería.
Consiste en una serie de finas láminas de metal que habían sido modeladas y grabadas para dejar aparecer en su superficie partes de una figura humana atrapada en movimiento, congelada en la simple acción de caminar un paso. Un sujeto recurrente de la práctica de Hernández es  la figura humana, la cual está  desprovista de rasgos distintivos, rasgos salientes y adjetivos que pueden caracterizarlo y personalizarlo: la obra representa a una persona neutral, el prototipo de un hombre, un perfil simple cercano a cómo un Niño lo dibujaría.
Esta silueta recuerda a los maniquíes vivientes que habitan las pinturas metafísicas de Giorgio de Chirico y Carlo Carrà, pero también los trajes escultóricos teatrales de Fortunato Depero, mientras que el material metálico con el que se forma evoca una armadura.

 

Cada pieza metálica es soportada y mantenida en posición sobre el suelo por una estructura modular hecha de madera coloreada. La división de la losa recuerda la rejilla de composición, una herramienta para la organización del espacio visual, comúnmente utilizada para mantener las proporciones y aportar coherencia a toda la composición cuando los objetos tridimensionales son transferidos a imágenes bidimensionales o en el paso entre dos escalas diferentes.
También recuerda un tablero de ajedrez o un rompecabezas, ya que cada pieza es móvil: toda la instalación ha sido concebida como una estructura dinámica abierta a diferentes configuraciones y combinaciones, una ductilidad también sugerida por su formato horizontal. Dependiendo de la disposición de los cuadrados modulares, el sujeto representado será consistente y legible, o será fragmentado en un mosaico abstracto de elementos más o menos reconocibles.

 

En la práctica de Hernández, el vocabulario tradicional de los medios y estilos artísticos se reelabora en un sincretismo personal que combina el gusto arcaico y el futurismo. La representación del móvil en la vanguardia futurista consiste en su fragmentación y re-composición, creando una síntesis que incluye el efecto que el medio ambiente ejerce sobre ella, transmitiendo también la densidad del espacio en una deformación mutua del cuerpo y el espacio.

 

En la instalación de Hernández la representación del cuerpo en movimiento da paso a la acción real, a un desplazamiento espacial que realmente desmonta la figura.
Entre la figuración y la abstracción, la silueta de la superficie metálica se halla también a medio camino entre una representación pictórica bidimensional, con sus sombras y zonas claras, y una escultura total, cercana a un bajorrelieve, pero tendida en decúbito supino.

 

El título de la instalación, Plasma, con sus diversos significados y complejidad etimológica, refleja las implicaciones inherentes a la obra. De la palabra griega plasma: “criatura”, “algo moldeado o creado”, que proviene del verbo plassein: “moldear o formar”, con una raíz indoeuropea que significa “extenderse”.  Si en el griego moderno todavía se usa plasma que se refiere a una criatura, pero sólo imaginaria, en el dialecto chipriota en particular todavía se emplea comúnmente para indicar una “persona”, en un sentido genérico. En Grecia, sin embargo, el átomo es la palabra que toma este mismo papel; Una persona, como un átomo es esencialmente individual; Es decir, estructuralmente indivisible. El significado más común hoy en día del plasma de la sangre y del ion es reciente y pasa a través del inglés, en el cual el plasma significó originalmente un “pote”, derivado de su definición antigua como “cualquier cosa formada o   Moldeado “, que llevó al otro significado de” recipiente “o” vehículo “.
Es por eso que el plasma se ha utilizado para definir el componente líquido que contiene las células sanguíneas en suspensión, la sustancia en que las células sanguíneas flotan.
De ser la criatura, “la cosa” en forma, se convirtió en un elemento uniforme, un componente activo e invisible.
Un elemento intermedio que contiene átomos y partículas unidas, designando también el cuarto estado de la materia, la energía oscura de la que están hechas las estrellas.Según la intuición de Hernández, estas formas podrían tomar el papel de plasma, en el sentido de un “vector” de significados, la materialización del vacío que separa y combina la palabra y la cosa, la palabra y la imagen.

 

La materia plasmática está así encarnada en una forma vital, maleable, que parece lista para ser modelada dependiendo del contexto en el que se usa o de la palabra a la que está asociada, no lejos de la lógica de los logogramas japoneses o kanjis. Del mismo modo, la obra de Hernández es abierta y maleable, y expresa un pasaje, una transformación  material y en relación con  la palabra “plasma”: la criatura, la persona moldeada en la delgada superficie metálica se vuelve abstracta cuando está dispersa, sin dispersarse nunca.
La composición es periódicamente reformada según diferentes combinaciones y por lo tanto la figura permanecerá estática y en movimiento permanente.