PHILOSOFREAK

João GG, Alexandre Copês, Martin Heuser, Raquel Magalhães, Brasil.

 

 

Instituto Estadual de Artes Visuais (IEAVi) , Porto Alegre, Brasil – 2018.
Curaduría: Henrique Menezes.
Fotos cortesía de lxs artistas

 

Texto de Henrique Menezes:

 

El intento de encontrar algún nexo en el caos parece motivar un tiempo de expectativas decrecientes. Al barajar  las esferas íntimas con la complejidad social y política, el presente ignora coherencias y hace despertar su reverso exacto: se superpone la desorientación disfrazada de pluralismo en las intenciones, así como la fragmentación en oposición a la unidad, la diferencia en lugar de la identidad . En el siglo XXI, en el siglo XVIII, en el siglo XVIII, en el siglo XVIII, en el siglo XVIII, en el siglo XVIII, el fin de la historia del arte (Danto y Belting) e incluso el – casi apocalíptico – fin del futuro (Berardi), por nombrar algunos.

 

El neologismo que nombra la exposición PHILOSOFREAK parte de una aparente antítesis: un pensamiento racional en contraposición con un estado de anormalidad y desarraigo. Se aproxima a una generación de artistas gauchos que vienen-hace casi una década- explorando la cultura contemporánea en discursos confesionales, confirmados o desacreditados en la experiencia sensible actual. Y en el sentido de que el hombre no es un hombre, sino un hombre, un hombre, un hombre, un hombre, un hombre.

No se trata de un diagnóstico melodramático afirmando el declive de todo, sino de percibir que vivimos un régimen de negaciones. La serie Deflagración de Martin Heuser presenta diecisiete pinturas limítrofes del abstraccionismo: aquí se manifiestan las primeras ambigüedades que dictan el tono incierto y nebuloso de la muestra. El conjunto de obras lleva íntima relación con el video La pintura no está muerta todavía (2014), en el que el artista registra una performance construida por explosiones de carbón y pólvora en pantallas. La deflagración impone un abordaje violento, trágico – acción irreparable contaminando el espacio expositivo.

 

Raquel Magalhães conjuga en imágenes las reverberaciones de una sociedad tecnofágica, encontrando dramas volátiles y desconexos en los lenguajes contemporáneos. Es el mismo exceso que alimenta la trayectoria de Alexandre Copês, apropiándose de múltiples soportes para desgarrar su verborragia íntima y biográfica, espejo de la complejidad postmoderna. Por último, la instalación de Joao GG igualmente tangencia una postura positiva: como un monumento a las falencias simbólicas, la pluralidad de las narrativas que nada dicen y fracasan de antemano ante cualquier interpretación en verdades sólidas.

 

Actuando como sismógrafos de una condición tan heterogénea como tumultuosa, las obras expuestas en PHILOSOFREAK reverberan la mentalidad fragmentaria de la generación post-1980. No hay espacio para ilusiones artificiales y luminosas de una conciencia histórica lineal: ignorando el nexo y el caos, el futuro toca el presente cargado de quiebras.