El templo de las máquinas ~ Manuela Riestra
KOIK, Ciudad de México, México ~ 2024
Curaduría: Georgianna Chiang
Fotos: Georgianna Chiang, cortesía de la artista
Texto de Georgianna Chiang:
El Templo de Las Máquinas hace un guiño a los orígenes de la mitología y a narrativas históricas de adoración a través de los siglos, al mismo tiempo que crea nuevas formas de interactuar con el arte y los objetos.
Tomando prestado de reliquias antiguas, y haciendo uso de nuevas tecnologías las esculturas de Riestra interactúan con los espectadores creando un índice de interpretación y memoria al canalizar el misterio y el poder del ritual, para cuestionar las estructuras de poder y las construcciones sociales establecidas.
Tomemos por instancia a Naimer la Regeneradora, una escultura de cerámica vidriada que se asemeja tanto a un antiguo artefacto antropomórfico como a un motor abstracto del futuro. Dentro de la escultura, oculto pero accesible al espectador a través de un agujero en su parte superior, Riestra ha construido e instalado un mecanismo que detecta y traduce pequeñas cantidades de agua en luz. Aunque quizás sea capaz de interpretar la niebla, está construido para transformar las lágrimas en otra antigua reliquia; la luz. Esta conversión indica un aspecto funcional del trabajo de Riestra que ilustra su capacidad para combinar la poesía de la cerámica, que a menudo es asociada con vasijas privadas de contención y ocultamiento, con una reutilización de nuevas tecnologías. Esta escultura está construida para interactuar con las emociones humanas y al hacerlo, se convierte más en un dispositivo con cualidades tanto de almacenamiento como emotivas.
Tal es el caso de otra escultura en el show, R3col3ctor4a, con un título que sugiere el nombre de un hacker, un código de barras o una contraseña wifi, siendo la traducción codificada del artista de “la que graba”. Una escultura construida en aluminio con varias máscaras de cerámica vidriada, adheridas y con varios componentes de grabación, sensoriales y de audio en su interior. Esta escultura siente al espectador cuando se acerca. Se la invita a compartir sus pensamientos, sueños y secretos con la escultura. Luego, la escultura registra esos momentos y almacena la información. Posteriormente, a través de una voz computarizada de anonimato, la escultura pronuncia la información almacenada. Riestra se refiere a esta obra de arte como un archivo. En la pared del fondo están montadas otras esculturas hechas de resina pigmentada que se asemejan a la máquina definitiva, un corazón, siendo el corazón el músculo que más trabaja. Además de su rigor general, el corazón también actúa como árbitro de las emociones, es decir, palpitaciones en el pecho, sentimientos de desamor literal, pena, dolor y euforia. Es un procesador y compañero de cada experiencia humana. Estas obras de arte, al igual que los corazones literales que se encuentran en los lugares de sacrificio son ofrendas para el espectador, son intercambios dentro de este templo de las máquinas.
Aquí ninguna piedra queda sin remover, ningún agravio carece de santidad, sólo para aquellos que están dispuestos a buscar a través de la noche oscura de su alma.