Voy y vuelvo

-entrevista- Clara Strabucchi & Bárbara Paz


uno+uno, Buenos Aires, Argentina – 2021
Fotos: Gonzalo Maggi, cortesía de las artistas.


Clara Strabucchi (Chile) y Bárbara Paz (Brasil) llegaron hace cuatro meses a la Argentina para realizar la Residencia Epecuen. El viaje iba a durar sólo quince días pero debido a la circustancia actual y otros factores se fue postergando la fecha de regreso a sus paises de residencia, lo que llevó a las artistas a un proceso intenso de circulación por diferentes residencias argentinas, aprendiendo en este recorrido diferentes lógicas auto-gestivas para aplicar a sus procesos creativos. De la Residencia Epecuen pasaron a Zona Imaginaria, luego a Monte y próximamente estarán en R.A.R.O.

No poder salir de casa y después poder hacer una residencia fuera de tu país es un privilegio pandémico que agradecemos estar teniendo. Hacer una residencia fuera de tu país te saca de tu zona de confort, te expone a un ritmo de producción, ya que tienes un inicio y final.” comentan las artistas.

La instalación “Voy y vuelvo” representa los procesos transitados en este recorrido. Realizada en un ex galpón en Palermo (Capital Federal) donde funciona el estudio uno+uno, las artistas intervinieron el espacio generando diferentes instancias de intercambio con personas que habían conocido durante el viaje para coordinar acciones alrededor de la obra, como danza, performance, video arte, música y teatro.

En diálogo con las artistas nos cuentan más sobre esta experiencia

M.L.M.: ¿Cómo interpretan el contexto actual y con qué desafíos se enfrentaron?

Nos conocimos por la Residencia Epecuen. Ahí estuvimos conviviendo durante dos semanas en un lugar que definitivamente nos marcó por ser único. Estando ahí nos comienzan a cancelar vuelos por el cierre de frontera y la vuelta comienza a ser incierta. Dada a esta situación tuvimos la oportunidad de quedarnos en la Residencia Zona Imaginaria ubicada en San Fernando, en donde llegamos hacer cuarentena al inicio de este viaje. Ahí desglosamos toda la experiencia que fue Epecuen y terminamos haciendo una muestra en Zona Imaginaria. A la par de lo que iba aconteciendo y nuestras salidas a conocer talleres, nos invitaron a participar de la Residencia Monte en Chaco. Un lugar totalmente contrastante al escenario de Epecuen y lo vivido en Zona.

Uno de los desafíos que tomamos fue seguir con la investigación que nos trajo a Argentina, adaptándolo a las particularidades de los lugares en donde se sitúan las diferentes residencias. Volviendo de Chaco y sabiendo que aún no había posibilidad de retorno, comenzamos a buscar un lugar donde podríamos seguir con el flujo creativo. De forma indirecta, llegamos a crear Voy y vuelvo en el espacio de uno+uno, un estudio creativo que se ubica en una ex fábrica en Palermo.

Consideramos que el desafío principal que nos marca desde el inicio de la pandemia es aprender a adaptarse. Tener cosas fijas y entender que de repente puede llegar algo que te da vuelta en segundos…vinimos por 15 días y llevamos casi 4 meses viviendo acá. Adaptarse a todas circunstancias y a partir de esa adaptación poder cambiar el pensamiento, querer sacarle el máximo de provecho. Esto nos impulsó a sacar lo mejor de nosotras, tomar y buscar todas las posibilidades. Un aprendizaje muy grande es ir por lo que uno quiere.

Dentro de los muchos aprendizajes que hemos tenido, el tema de la cooperación es muy latente, juntar fuerzas. Fueron las vinculaciones que fuimos haciendo naturalmente durante este viaje, a partir de una amistad, que nos llevaron a lugares. Saber compartir y escuchar. Así cómo también, la autogestión es un gran aprendizaje, específicamente con la instalación Voy y vuelvo. Acá hay mucho movimiento que nos estimuló e impulsó a movernos, ya que si no, nada va a llegar… menos en pandemia, más difícil siendo extranjera.

M.L.M.: ¿Cómo surge el título de la instalación “voy y vuelvo”? ¿Cómo fue el proceso de creación y gestión de esta obra?

El título surge de forma muy natural. Veníamos eligiendo títulos a nuestros proyectos en base a refranes y dichos populares. Nos interesa jugar con esa cercanía en el vocabulario.


Clara: No puedo dejar pasar que la frase “voy y vuelvo” está en mi subconsciente por Nicanor Parra obviamente, aun así es una frase que uso mucho. Como anécdota, de cuando me despedí de mi madre a mediados de marzo, le dije “chao, voy y vuelvo en 15 días”.


Una vez ya hecha la instalación fuimos reflexionando sobre el título y tiene mucho que ver con el azar, con el ir y venir, con el movimiento que realizan los tubos de aluminio. Un vaivén. Voy y vuelvo es súper incierto, y eso se vincula con la pandemia y a nuestro viaje, uno inestable e inesperado.Con el ir y venir y ese azar, hay un tema de aceptar que no todo es concreto y estable.

Llegamos a conocer el proyecto de uno más uno por un amigo chileno que hace parte del equipo. Ya habíamos finalizado las residencias y estábamos buscando un espacio para poder continuar con nuestras investigaciones que veníamos arrastrando desde mediados de marzo. Al llegar a esta ex fábrica, en donde había un galpón enorme, se nos ocurrió preguntar si era posible usar una parte de este para nosotras tener un lugar en donde seguir experimentando y no cortar el flujo creativo. Tenemos una reunión con Timo, el director del estudio, y después de contarnos la visión del equipo y el lugar, de una forma muy natural, propusimos hacer una instalación. Fue como “este es el momento y espacio”. Hubo mucho apoyo y libertad de parte de uno+uno. No había financiamiento, todo fue autogestionado por nosotras. Teníamos algunos ahorros, vendimos unos fanzines que hicimos de Epecuén e intentamos reciclar cualquier material que encontráramos para usar en la obra. Nos decíamos constantemente que era una inversión, y definitivamente fue una de las mejores inversiones, aprendimos mucho, un aprendizaje muy crudo jaja. Teníamos que balancear nuestra relación cotidiana de amistad con la relación de trabajo, fue un gran desafío ya que fue mucho trabajo físico y mental. Subestimamos el trabajo físico, la dinámica y el tiempo. Mucho ensayo y error.
Diseñamos los flyers, movimos las invitaciones, organizamos las activaciones etc.

Como este espacio no era ni galería ni museo, fue muy difícil hacer llegar la información, ahí nos ayudaron mucho los contactos con las otras residencias y amistades que fuimos haciendo durante el viaje.


Bárbara: yo creo que la obra tiene mucha personalidad, nos enseñó mucho de cómo hacerla. Yo al principio había pensado en usar telas blancas pero al llegar al lugar ver el plástico negro decidí cambiar el color para expandir y unir para no limitarla con el contraste muy fuerte. Fue una obra que movió mucho nuestro inconsciente. Es por eso que después de hecha y activada Voy y vuelvo hemos ido de a poco decantando todo lo sucedido.


Clara: no había luz en el galpón así que eso nos limitaba el horario de trabajo. Un espacio súper hostil. Yo traje la idea de los tubos y el agua y pasa que bah tenia que esperarme para que yo solucionara esos temas técnicos para ella entrar con este paisaje de telas que abrazaba los otros elementos.


Bárbara: hay mucha sensualidad en la piel, las texturas, texturas animales. Pero también en contraste con algo de mucha ternura, algo que ofrece una hospitalidad. Creamos una utopía en este lugar, para invitar a las personas a contemplar y poder salir del ritmo citadino que te toma por completo.


Clara: Hay un misterio muy grande en la puesta en escena de este paisaje.
Sentimos que no es un misterio que da miedo ya que te abraza, la obra te contiene, uno quiere tocarla y acostarse en ella. Una sensación de contención en lo oscuro, una suavidad en lo oscuro


La obra te convocaba a reflexionar individualmente y reflexionar con otrxs ya que uno se reflejaba en el agua pero también se encontraba con otrxs al otro lado del círculo o compartiendo un montículo de tela.


M.L.M.: ¿Qué interacciones – activaciones surgieron a partir de la instalación?

La primera experiencia que hicimos de invitar gente para ver Voy y vuelvo , nos hizo reflexionar mucho de cómo funcionaba, no imponer un funcionamiento, entender primero la dinámica de las personas en el lugar. A partir de esto nos dimos cuenta de que hacía más sentido organizar fechas con activaciones. Además que uno+uno nos había contado que solían hacer “sessions” en donde invitaban a distintas personas para generar un evento y compartir un conocimiento, una forma de retroalimentarse creativamente.

Sentíamos muy fuerte que como nos estaban regalando un espacio, nosotras queríamos compartir este con pares-amigxs-socixs que fuimos conociendo durante el viaje. Entonces, un sábado parte el cronograma con una madre e hija bailarinas, Claudia y Clara, que se concentraron mucho en los dos arcos, su movimientos y el sonido. Luego vino Bichitandaluz, Guido, que entendió muy bien la instalación como un paisaje, ambientando con videos de paisajes naturales y sonidos. Después viene un grupo de percusión, organizado por el estudio, en donde se sientan alrededor del círculo, al igual como uno se reuniría alrededor del fuego, nos parece muy interesante esa analogía, fuego-agua. Los tambores marcaban un pulso, una tensión. Es muy potente como los fierros cambiaban el ritmo de movimiento según lo que iba pasando. A modo de cierre, el miércoles siguiente invitamos un grupo, plataforma ritual, para hacer una performance. Ellxs se agarran de un texto poético que le pedimos a Fer, una amiga chilena, que escribiera después de recibir descripciones y un par de registros. A partir de esto van armando una improvisación intensa y emocional.