Trampa

Franco Fasoli, Argentina.

 

 

Quimera Galería, Buenos Aires, Argentina – 2018.
Curaduría de Diana Aisenberg con colaboración de Elian Chali.
Fotos cortesía de Quimera.

 

El artista argentino, residente en Barcelona, presenta el trabajo “TRAMPA” que hace referencia a los procesos y sensaciones que genera la transición de mudarse a otro país.
Los materiales que eligió para hacer esta muestra, poliestireno expandido y papeles,  remiten fragilidad y precariedad.
La escultura central hace alegoría a la Argentina como  punto de partida para observar la muestra. Grandes piezas en collage, contienen en el centro la representación de la casa del artista en Barcelona e interactúan compositivamente como si fueran amuletos.

 

 

Texto por Diana Aisenberg:

 

La ciudad, la calle, la casa, la cama, espacios parlantes.

La invocación y el deseo conviven con la crítica y los símbolos patrios. La calle se privatiza y pagamos peaje. Que se haya instalado el no lugar no significa que no busquemos un lugar.

 

La soledad nos arrastra a la calle, ya no hay ira ni rebeldía. Salimos en busca de otra mirada y no siempre la encontramos. La calle no es la misma y nosotros tampoco. Decir público o privado me confunde. Las puertas se hicieron para abrir y cerrar, y luego volverse a abrir. Sin bisagra no hay puerta. Lo mismo puedo decir de las ventanas, tienen ritmos para respirar.

 

Gota a gota, como un péndulo o un metrónomo, tiqui tiqui, la decepción convive con el optimismo. Destiñe y tiñe. El agua decolora.

 

Aquí una puesta en escena. Un altar o estupa, un espacio privado que abre sus puertas al público, un espacio público que invita a la introspección, a la palabra íntima o la oración. Los símbolos pueden ser religiosos, decorativos, conmemorativos, festivos, amuletos, y compañeros, lo mismo da.

 

Ni mármol ni bronce ni cerámica. Cartapesta con guirnaldas. La república y sus faustos después del cumpleaños. El arte y el trabajo sin custodias ni palmas de la victoria. La referencia a una estatua que mira al río en la parte de atrás de la casa de gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Emplazada en el medio de la sala rodeada de cadenas. El dije es un collage que junta fragmentos. Vuelve a armar las partes que quedaron desintegradas; así como a principios del siglo XX un toro nacía de las partes de una bicicleta.

 

No son rastros de paloma, son colores derramados sobre el blanco del papel, sobre la superficie de la pared, sobre el monumento central. Una puesta a punto del abismo, un libro para colorear.

 

Supo haber un underground pochoclero y un espacio institucional. Se perdió el sentido de lo contra cultural. El tótem está de fiesta: hay celebración. En la fiesta comparten el que tiene calle y el que no la tiene.
Somos todos outsiders.