Shedding

Eduardo Basulado, Argentina.

Scrap Metal, Toronto, Canadá – 2020
Curaduría: Rui Amaral
Fotos: Laura Findlay, cortesía del artista.

Texto por Josi Smit:

Durante un breve período en 2018, uno de los muelles de pesca de Buenos Aires daba paso a una puerta giratoria con paneles de vidrio: un portal hacia el horizonte, a ochocientos metros de la orilla.
La puerta giratoria fue parte de la instalación “Perspectiva de la ausencia”, trabajo del artista argentino Eduardo Basualdo para Art Basel Cities.
Me imagino lo precarixs que deben haberse sentido lxs visitantes con la invitación giratoria de las puertas para ser arrastradxs hacia las olas y más allá, hacia el horizonte y fuera del borde del mundo. Por supuesto, el miedo es tan real como la ficción construida por Basualdo. Aún así, pararse en la costa de un continente inspira una sensación sublime sobre la pequeñez de uno. Dentro de tales espacios ficticios, Basualdo ha dicho: “La fragilidad … es un estado muy atractivo para pensar y sentir”.

Trabajando en una amplia gama de materiales, desde acero y papel hasta espejos y textiles, Basualdo crea estructuras arquitectónicas y objetos misteriosos. Sus obras son a menudo instalaciones a gran escala que sumergen (y a veces abruman) a lxs espectadores. Muchos de los trabajos recientes de Basualdo han sido elaborados a partir de Cinefoil, una lámina de aluminio negro mate utilizada en producciones teatrales para absorber la luz, que él transforma en inmensas formas orgánicas que se asemejan a rocas volcánicas, tierra quemada o agujeros negros ondulantes. Son meteoritos aterrizados que aún eclipsan la luz y el espacio. Son excavaciones arqueológicas de cuerpos rizados y fosilizados capturados bajo cenizas endurecidas. Se tragan la luz en vastas extensiones de oscuridad al tiempo que crean constelaciones de pinchazos donde la lámina se ha desgastado y perforado. Parecen ser densos e inamovibles, pero en realidad son ligeros y endebles cuando se manejan. Son imponentes y extraños.

Al igual que en la caja negra de un teatro, donde las audiencias pueden perderse de inmediato en la historia y ser muy conscientes de sus cuerpos (no toser; no inquietarse), Basualdo aumenta la conciencia del espectador de su propia presencia física mientras su mente viaja por realidades alternativas. En otro trabajo en curso, Basualdo fabrica barreras que emulan las altas puertas de barras de acero que generalmente se encuentran en las celdas de la prisión. Parecen impenetrables desde la distancia, pero a medida que uno se acerca, ven que los espacios entre las barras son de hecho lo suficientemente amplios como para acomodar el paso. En su mundo de puertas fácilmente permeables, Basualdo revela lo absurdo de las estructuras institucionales diseñadas para restringir. Si bien las barreras y las cercas pueden presentarse como características inherentes de un paisaje, están expuestos como actos arbitrarios de control cuando se superan físicamente. Los límites tienen limitaciones.

El trabajo de Basualdo considera estas limitaciones: experimentar la vida a través de un solo cuerpo; de las condiciones que la arquitectura coloca en nuestros hábitos y movimientos; y de la comprensión humana de la existencia. Las obras me recuerdan a un juego que solía jugar de niño en el que me miraba en un espejo hasta que mi rostro se transformaba en algo extraño y desconocido, como la repetición de la misma palabra una y otra vez eventualmente la hace irreconocible. Cuando incluso mi apariencia dejó de sentirse como la mía, nada en el mundo parecía un hecho; todo era maleable y delicado, una realización aterradora y sorprendente. Es la misma sensación que tengo de los mundos ficticios de Basualdo. “Si no se te permite llegar al final… te imaginas el final”.