Moon Foulard

Rodrigo Hernandez, México.

Fidelidade Arte, Lisboa, Portugal – 2021
Fotos: Bruno Lopes, cortesía del artista.
Curaduría: Bruno Marchand.

El artista mexicano Rodrigo Hernandez presenta la exhibición “Moon Foulard” en Fidelidade Arte (Lisboa) la cual nos adentra en su trabajo que navega entre dibujos, pinturas, murales e instalaciones. Su obra busca deliberadamente el mestizaje o la contaminación entre disciplinas desde la ambivalencia y la ambigüedad.

“Moon Foular” surge por el interés y fascinación del artista por el trabajo de Emilio Pucci. Hernandez destaca la particularidad del diseñador de combinar la figuración con la abstracción, buscando deconstruir y amplificar formas y figuras para potenciar y/o reflexionar sobre su intención. La exhibición también explora conceptos y funcionalidades de la corbata y el pañuelo, pensándolos como objetos netamente ornamentales e ideales para plasmar imágenes y diseños.

El contexto iconográfico de la exposición comienza y termina con Pucci, pero su alcance ideológico es mucho más amplio. De hecho, es parte de un largo debate acerca del rol que puede desempeñar en la sociedad contemporánea la expresión estética en los logros artísticos, el gusto, el estilo, la forma, el adorno y, en última instancia, la búsqueda del placer.
En diálogo con el artista, profundizamos un poco más sobre su práctica y procesos para esta exhibición.

ML.M:.Siendo mexicano, viviendo en Lisboa y trabajando con referencias italianas ¿Cómo influyen estos diferentes contextos en tu proceso de creación?

R.H.: Normalmente uso en mi trabajo referencias que provienen de muy diferentes lugares y tiempos, muchas veces de lugares o tiempos en los que nunca he estado. Y encuentro que esa condición resulta ser siempre un terreno muy fértil para activar mi imaginación. Para mí, conocer casi nada de alguna cosa e irla descubriendo poco a poco siguiendo mi intuición es clave al comenzar el trabajo; se podría decir que aprovecho esos momentos en los se desactiva el pensamiento más racional y se abre paso la sensibilidad. Ése es completamente el caso de esta exposición, que gira en torno a la figura de Emilio Pucci y a su trabajo como diseñador. La primera vez que vi una corbata diseñada por él quedé completamente fascinado y su imagen colorida y fantasiosa se quedó impregnada en mi cabeza. Entonces sabía muy poco de Pucci, pero pronto supe que se hizo famoso por crear el traje perfecto para ir a esquiar en los Alpes y después por crear ropa para el verano en Capri. Ese aire de placer, y el deseo de ese placer, son cosas que quería explorar y que quería que estuvieran presentes en esta exposición, casi como un perfume. De un perfume pueden ser distinguidos o no ciertos elementos, pero al final su efecto poco depende de ese reconocimiento. Así quisiera entender el papel de las referencias en mi trabajo.

M.L.M:. En esta exposición vemos cómo se articula el universo del diseño y la moda en tu obra ¿Cómo surge tu interés por abordar estos temas en tu trabajo? ¿Qué tensiones encuentras?

R.H.: Pienso que la moda es un universo creativo con muchos paralelos en relación con las artes visuales. Pero también hay discrepancias importantes. La principal quizás es que la moda mantiene siempre un eje central que es el ideal de integración completa con el cuerpo y, sobre todo, con la vida de una persona. Estos ideales pueden existir también en las artes visuales, pero en un plano menos concreto, sin la exigencia de materializarse. Una muestra de esto es que el tacto sea fundamental en la moda o que no sea posible saber si algo funciona hasta que es colocado sobre un cuerpo. Por ponerlo en otras palabras, veo a la moda y al arte como dos maneras distintas de seducción, cada una operando bajo una lógica muy específica, pero finalmente las dos con el objeto de despertar el deseo o la curiosidad de un espectador. Esta diferencia es la tensión a la que supongo haces referencia y abre muchas preguntas y posibilidades para mi trabajo como artista. Quizás, sobre todo, en algo en lo que insisto constantemente, que es ese intervalo ambiguo entre una imagen y un objeto, entre un plano y un cuerpo y por lo tanto entre diferentes medios como el dibujo, la pintura, la escultura y la instalación.

M.LM:. El personaje italiano Pucci tiene protagonismo en el desarrollo de “Moon Foulard” ¿Qué te interpeló de este personaje para la exhibición?

R.H.: Emilio Pucci como persona quizás no me interesa tanto, pero su trabajo me ha fascinado desde hace varios años. En especial, su capacidad de integrar ideas e imágenes de una manera que yo califico como caleidoscópica; en términos de color, composición, estilo y contenido su trabajo representa la expresión de ideas de multiplicidad, libertad, mutación exuberancia o abstracción; ideas todas que por sí mismas, o sólo en el terreno de la moda ya son bastante significativas, pero que para mí como artista son muy importantes. Como decía antes, mi interés en el trabajo de Pucci ha sido principalmente intuitivo y sensual, pero ha resultado ser un catalizador de muchas ideas que han tomado más forma sobre todo en conversaciones alrededor de esta exposición. Eso habla de como una imagen o un objeto no son sino un punto en el que confluyen un universo de imágenes e ideas y desde el que parten otros universos igual de vastos. En el caso de esta exposición la corbata juega este papel de objeto/imagen eje: por un lado es un pedazo de tela pero al no me queda claro si obviando su función podría llamársele todavía “objeto” o si su delgadez y fragmentariedad lo descalificarían de esa categoría; luego, contiene un dibujo cuya mayor parte queda invisible y se extiende virtualmente en el espacio vacío que la rodea. Esto es quizás lo que mas me interesó de la corbata: su calidad de objeto/superficie y su notoria ambigüedad, lo que me recordó a otro objeto/superficie mucho más misterioso que es la luna. Nunca deja de sorprenderme el hecho de que el único factor que hace posible que la veamos es que nos quitamos del camino de la luz que el sol proyecta hacia ella, es una pantalla, pues, pero en realidad es como un recorte de esa luz, un obstáculo sólido para una luz que de otro modo nos sería invisible.

M.L.M:. En el texto de la muestra se menciona que “Moon Foulard es un acto de resistencia. Es un gesto en el que no hay ideología sin forma ni forma sin ideología.” ¿Cómo crees que intercede la ideología en el relato de tu exhibición? ¿Qué contradicciones fueron evidenciadas?

R.H.: Esta pregunta me parece muy importante y que va muy de acuerdo con lo que mencioné antes acerca de las conversaciones posibles a partir de una imagen o, en este caso, de una exposición. El concepto de ideología fue el tema de algunas conversaciones con Bruno Marchand, autor del texto y curador de la exposición, y creo que en la exposición se formula más como una pregunta que se mantiene abierta y no tanto como una conclusión. En ese sentido, yo entiendo a la resistencia como un gesto contrario a la necesidad de definirlo todo o marcar el territorio apropiado de cada cosa; como un gesto que se rehusa a ser una declaración o un enunciado, y que, al contrario, se dedica a inventar nuevas formas, nuevas palabras y tal vez, un nuevo vocabulario. Personalmente, más que un término político yo lo veo como un término creativo: por ejemplo: cuando estoy trabajando en algo, una escultura y percibo que comienza a formular algo muy claro doy un paso hacia atrás y busco posibles maneras de llevarla por otro lado o de añadir un elemento que disloque esa dirección unívoca. Obviamente hay imágenes y objetos con un simbolismo más preciso, pero también hay otras que se mantienen al margen de la claridad y que por eso pueden sugerir contradicciones con gran sutileza. A pesar de lo arraigada que está en la cultura y en el imaginario colectivo, la corbata resultó ser para mí esté último tipo de objetos que siempre te permiten ver algo nuevo reflejado en ellos.


entre vista