Espacialidad Aspiracional

Gabriel Acevedo Velarde, Perú.

80m2 Livia Benavides, Lima, Perú – 2018.

 

Gabriel Acevedo Velarde presenta una instalación de sonido, o –más precisamente– una escultura sonora en forma de sistema de sonido “cine en casa” (más conocido en inglés como “home theater” o “Dolby 5.1”), con parlantes y un monitor de TV laminados con diversas fórmicas. El sonido, que incluye el icónico “deep note” de THX, fue trabajado en colaboración con Julio Lugón, artista peruano afincado en Berlín. Acompañan a esta instalación una serie de objetos de pared que también son difusores acústicos, los cuales usan los patrones “bacterio” y “spugnato” (esponja) del italiano Etore Sottsass, fundador del Memphis style, tan influyente en la década de los 80s.

 

“El viernes 4 de noviembre de 1988, un número indeterminado de niños nos quedamos viendo el Canal 5 hasta tarde para asistir a un momento crucial: el n del Fin de la Programación, o la primera vez que un canal de televisión peruana daba el salto a la programación ininterrumpida. Aunque entendíamos la diferencia entre las transmisiones en vivo y las “en diferido”, los programas que pasaron esa madrugada, coincidentemente sobre animales en Australia y hand-surfing en Hawaii, debían ser en vivo, porque en esos meridianos, a esa hora, era de día. Así lo decidí, por lo menos, cuando me fui a dormir, al amanecer. Era una nueva sensación, una nueva conciencia. Faltaban más de 10 años para que Internet diera forma a ese abstracto anhelo de transcendecia, pero en 1988 todo lo que teníamos, un número indeterminado de niños clasemedieros, era el perpetuo sol en la televisión y la radio.

 

No, eso no era todo. También estaba (ciertamente también en la TV y la radio) la peor crisis social, económica y política de la historia reciente del país, sobre la que hay abundante material escrito y grabado. La deuda que personalmente siento con el contexto pasa por la necesidad de entender exactamente lo opuesto. Una parte de la sociedad, un sector de la clase media, tal vez un rincón de la intimidad de muchos peruanos vivió una especie de épica que desembocaría, en los 2000s, en el país al que entra mucho dinero pero donde poco se hace por la vida en sociedad.

 

Huérfanos de un Estado ausente, adolescentes de un proyecto de país, el sector socioeconómico –o íntimo– del que hablo hizo del Afuera tecnológico un espacio de proyección afectiva. En el presente, las referencias a la década del 80 celebran las interferencias y glitches del video casi como si se estuviera describiendo un espacio cosmogónico, el origen de la contemporaneidad. No se trata solo de un asunto generacional: El Afuera tecnológico (los walkmans, los casets de video, la TV por cable, etc.) logró que la necesidad de articulación con lo social se fusionara con el mucho más primitivo impulso a perderse en el entorno. Hace algun tiempo, vengo llamando a esta sensación “Espacialidad Aspiracional”. Desde luego, el arte no está exento de ella.

 

El trabajo de Acevedo sugiere, a través de montajes semi-escenográficos, la necesidad de una reflexión sobre el rol del arte y la gura del artista frente a un público que se percibe simultáneamente como entidad masiva abstracta e intimidad personal.