entre.vista ~ Pa´Lant Mrk de Antón Ceballos

Paijáàäâãåąæāªn (Paiján) presenta  “Pa´Lant Mrk”  de Antón Ceballos, artista venezolane residiendo actualmente en Colombia, cuyo proyecto forma parte de su investigación abierta sobre  la migración Venezolana hacia el resto de Sudamérica. El proyecto, curado por Gerardo Chávez-Maza y Alberto Mendoza, culmina con la exposición de un video en Paiján en el que documenta la acción que realizó en Trujillo, la cual llevó 14 horas seguidas  e interceden diferentes colaboraciones e interacciones con personas que Antón encontraba en su camino.


Antón utiliza el dispositivo móvil de la residencia titulado “Paiján Express”, una carretilla con megáfono a disposición de sus residentes. Este medio de transporte habilita a desplazarse por la ciudad de Trujillo e interactuar con sus ciudadanxs y migrantes.

“(…) La importancia del Paiján Express con el sonido es básica porque es una manera de insertar, de forma sutil y vibrante, un discurso ajeno al propio sonido de la ciudad. Es una manera de existir y exponer proyectos de investigación de arte contemporáneo sin alterar la dinámica sonora de la ciudad.” comenta Gerardo Chávez-Maza, director de Paijáàäâãåąæāªn.

En su trayecto se reproduce, a través de un parlante, extractos de entrevistas realizadas por Lucio Mora a compatriotas migrantes que comparten el imaginario entre los respectivos Trujillos de cada país, para construir coincidencias entre las dos identidades de nación.  También inserta su cuerpo en las dinámicas del mercado de la Hermelinda, tomando uno de los trabajos más comunes para lxs migrantes. El dinero que gana como carreterx lo cede a algunx de sus compañerxs de labor, liberándolx de la necesidad de trabajar y ofreciendo la posibilidad de descansar en la carreta de Paiján Express, conversar con el equipo de Paiján o hacer lo que desee con el tiempo liberado. Es aquí  donde se encuentra con nuevos testimonios que luego integrarán un cuerpo físico y simbólico de memoria colectiva.


El vestuario que utiliza durante la acción es un diseño especial de Maria Alicia Espinoza y Fabián Hernandez, concebido a partir de una gorra de  la selección Venezolana de béisbol profesional y el color vinotinto, y una gorra con cortinas de pelo kanekalón con el arco de 7 estrellas de la bandera de la cuarta república de Venezuela que ayuda a borrar la presentación de su cuerpo como el de un hombre cisgénero.

En conversación con Antón, nos acerca más a su mirada y experiencia en torno a esta acción, el migrar y los procesos que lo atraviesan.



Los fragmentos de entrevistas que  Lucio Mora realizó a migrantes venezolanxs se reproducen durante tu recorrido por la ciudad de Trujillo en el Paiján Express y cobran una fuerte presencia en esta acción ¿Qué nos puedes compartir de la selección de estos extractos y los criterios que tuvieron en cuenta a la hora de seleccionarlos?

La selección de los audios que hicimos fue una de las actividades más democráticas que tuvimos dentro de la residencia, ya que todxs las escuchamos y participamos. Nos gustó ir recopilando justo palabras específicas que dijeran los nombres de las ciudades y lugares, y que de alguna forma estuvieran narrando ese viaje, que yo estaba corporizando al moverme por la ciudad.

Es un gran trabajo de Lucio el de archivar estos audios a la par con fotografías. Él nos cuenta que cuando las personas lo permiten realiza una fotografía y/o una entrevista. Estoy sumamente agradecido con la generosidad de Lucio con su trabajo previo y los años de investigación que ya tenía.


Viendo el vídeo de tu performance, prevalece una sensación de “dislocación territorial” donde testimonios que hacen referencia al “Trujillo venezolano” (y otras ciudades de Venezuela) se reproducen desde el Paiján Express por la ciudad del Trujillo peruano. También hay un interés por documentar nuevos relatos cuando ofreces a trabajdorxs del mercado compartir un tiempo de conversación a cambio del trabajo de tu parte. En este sentido ¿Qué rol tiene la escucha y la oralidad en esta performance en particular?


Me gusta mucho como lo pusiste, como una “dislocación territorial”, siento que la escucha es muy importante porque justamente se decidió qué decir en base a la residencia y el carrito de Paiján Express, que tiene este parlante, dando esa posibilidad e invitando a decir algo que pueda ser escuchado. La idea original era hacer desde mi cuerpo este lugar de encuentro para venezolanxs lleno de lugares comunes, y cuando escuchamos las entrevistas creo que fue bastante natural incluir en la atmósfera ese sonido, ese cuerpo sonoro, conformado por muchxs compañerxs venezolanxs que de alguna forma estaban hablando de sus lugares, haciendo esa superposición del Trujillo venezolano sobre el Trujillo peruano. Esto me pareció bastante importante como para que se expandiera el cuerpo físico – material, llevarlo a través del sonido, que fuera un cuerpo venezolano que invadía de alguna forma no sólo las calles, si no cualquier espacio en donde se filtrara el sonido.


Me parece interesante como resaltas en “Pa´Lant Mrk”  tu conciencia sobre el privilegio que has tenido como migrante, el cual toma otras aristas y complejidades con tu intención en generar una identidad no-binaria y queer en esta performance. ¿Qué reflexiones nos podes compartir sobre esto?


Durante toda mi vida he estado lleno de privilegios, que me han permitido ser lo que soy y también eventualmente poder hacer arte y hablar de las cosas que quiero hablar. Desde eso, cuando hago una acción con mi cuerpo, siempre quiero  que mi cuerpo pueda decir muchas de las cosas que están pasando por mi identidad y que digan exactamente quién es la persona que está intencionando esta acción. Que lo diga mucho más allá de lo que pueda decir en ese momento con palabras porque tal vez tenga que hacer otras acciones que no me permitan militar o explicar algunos temas secundarios de otra forma.

Siempre me interesa que sea un cuerpo que no se presente como masculino desde lo tradicional y hegemónico, sino que sea un cuerpo que está en el medio, que está siempre en transición y es más fluido.

Siento que abogar por las disidencias, por lo queer, no tiene que ser solamente siempre al centro y de frente y solo como el tema principal, si no en todas las acciones que une hace, micro reacciones como formas de ver las cosas, formas de responder a ciertos estímulos o actividades en el día a día ya que también son militancia. Intento siempre estar recordando que todas las personas tenemos una identidad y que todas las condiciones o problemas sociales son consecuencias de acciones sistemáticamente repetidas por personas, que siempre tienen una razón de ser y una conciencia.

Desde ese orden de ideas, y también conectando con este proyecto, creo que cuando hay mayor vulnerabilidad o cuando une es parte de un grupo de personas que están  más vulnerables hay cosas esenciales que prevalecen sobre otras.

En mis conversaciones con otras migrantes, pude comprender que cuando une es bastante vulnerable no te va a importar cómo se identifica la otra persona, si lo más importante es lograr que estemos todes bien, lograr comer, cruzar una frontera. Estando en un grupo humano que migra, nace un cuidado y empatía por encima de las situaciones del día a día de una sociedad por la que justamente estás llegando a cruzar frontera, es una situación extraordinaria. El juicio, los pre conceptos, toman un segundo lugar porque el primer lugar termina siendo el bienestar de todo el grupo que realiza la acción.

Siento que cuando une está en una situación de privilegio es más fácil decir y accionar cosas. Asumir una identidad no binaria es mucho más fácil. Entonces creo que (en mis performances) debo optar por elementos que demuestren este privilegio y esta no binaridad, este lugar de punto intermedio y que sea un elemento secundario a través de todas mis acciones hasta ahora. 
Es tal vez un elemento secundario que trata de llegar por el subconsciente en lugar de llegar desde el discurso directo de la acción. En este proyecto es una manera de acompañar a las personas que están migrando, que son disidencias o son queer y que simplemente no pueden darse el privilegio de hablar de eso, simplemente van siendo y esto queda y se manifiesta desde el subconsciente




En partes de tu performance estás trabajando con la carretilla, buscando intercambiar a migrantes horas de trabajo por la posibilidad de que estxs trabajadorxs puedan descansar,  conversar  o que utilicen el tiempo libre otorgado por vos como deseen. ¿Qué sensaciones y/o momentos nos podes compartir de las conversaciones que surgieron durante esta dinámica?

Esa dinámica me pareció interesante, porque al realizarla las personas tenían mucha más curiosidad de qué era lo que estaba haciendo, y terminaron todxs prefiriendo conversar conmigo, en lugar de descansar o continuar trabajando y ganar el doble por ese mismo tiempo.
Pues las dos conversaciones que más me tocaron fueron de Lizeth, que era proveniente del Trujillo Venezolano. Me tocó mucho porque mi abuelo nació en Trujillo  y estuvimos compartiendo desde esa identidad y siento que fue muy íntimo. Ella estaba trabajando para poder reunir dinero para traer a su hija de Venezuela que estaba terminando el secundario y era muy inteligente. Compartir lo que es cuidar de alguien a distancia es algo que me toca mucho. Ella vendía cafés a la mañana en el mercado y luego tenía un segundo trabajo realizando unas masitas de trigo para hacer luego empanadas rellenas, algo típico en Los Andes, que se hacen también en Trujillo Venezolano. También hablamos de la xenofobia y las discordias generadas en su entorno del mercado por este segundo trabajo, pero que a ella simplemente le tocaba seguir adelante.

Y la otra historia que me tocó bastante era la de Giovanilli y su amigo, ellos dos eran  carretilleros. Fueron los primeros con los que pude compartir palabras y cederles el dinero de mi trabajo. Con ellos fue muy bonito escucharles, uno de ellos  conservaba su teléfono que se trajo  desde Venezuela y mostraba las fotografías de su viaje, muy cándidas de cómo llegó hasta Perú con toda su familia. Él vino con sus dos niños, con su esposa y un perrito. Era conmovedor ver la ingenuidad y la inocencia de los niños de estar absolutamente felices  de poder viajar con sus padres a pesar de estar migrando.  Recuerdo que Giovanilli me dijo una frase que resonó mucho «Los ricos ya nacieron todos y a los demás nos toca trabajar». Es un poco una conclusión y característica del migrante venezolano que viene a Sudamérica, ya que en la mayoría de las personas con las que he hablado no es que tienen una intención idealista ambiciosa de prosperar para hacer una empresa gigantesca, simplemente quieren vivir bien, sentirse seguros, tener desayuno, almuerzo y cena todos los días, que sus hijes puedan ir a la escuela y tener lo que necesiten para eso.



¿Cómo se genera tu interés por acompañar desde el cuerpo y la escucha el tema de la migración? ¿Cuáles son tus influencias, procesos y trayectos que traccionan en tu práctica?



Estudié arquitectura en Venezuela. Como estudiante  tuve la suerte de hacer algunos intercambios en Barcelona y Chile. Recién graduado tuve la oportunidad de aplicar y ganar algunos concursos en Paris y Nueva York, dinámicas sobre todo de “el norte global”.
La mayoría de las maquetas que hacía en arquitectura eran muy abstractas, en resinas, entonces comencé a realizar algunas esculturas que presentaba a amigues y algunos salones de la facultad. También me emprendí a hacer mobiliario con un socio y de forma orgánica cada vez se acercaba más la escala al cuerpo.

Decido irme a Colombia, ya que la estaba pasando muy mal emocionalmente en Venezuela, revisaban diariamente el carro personal mío y de mi socio, era muy difícil conseguir materiales y además teníamos mucho acoso de la polícia por la dinámica de la empresa, que también estaba quebrando.
En Bogotá empiezo a trabajar como arquitecto y usaba el transporte público para supervisar obras en puntos muy extremos de la ciudad. A diferencia de mis colegas que tenían motos o carros, invertía mucho tiempo en estos movimientos. 

Con el tiempo, comienzo a escuchar en el transporte público cómo las personas que pedían dinero a partir de sus historias personales para buscar empatía pasaron de ser personas colombianas de otros departamentos o provincias, que llegaban a Bogotá por culpa del conflicto armado, a ser cada vez más y más venezolanes desplazades por las mismas situaciones por las que yo había terminado en Colombia.
Luego de estos viajes en transporte público terminaba bastante débil y destruido, y como arquitecto, llevando el liderazgo de un montón de operarios y de personas en una dinámica tan machista como la de la construcción, no podía llegar con los ojos aguados o el ánimo abajo, porque justamente lideraba un equipo. 

Comencé a buscar formas de lidiar con este gran sufrimiento que me invadía en el transmilenio, buscar formas de hacer algo útil. Tuve la suerte de crecer en una familia ecuménica, por así decirlo, pues mi madre es católica, crecimos en un barrio judío y mi padre es budista desde los 18 años… Crecí tocando todas esas religiones y con una forma muy práctica de aprovechar los rituales de cada una.

Cuando iba por el transmilenio empecé a realizar la meditación Kinhin, una caminata meditativa intencionada, en el que cada paso va al ritmo de la respiración. A partir de esto descubro que la gente estaba prestando más atención a mi caminar que a la persona que pedía dinero o que ofrecía algún caramelo por intercambio de dinero. Comencé a interactuar con les migrantes venezolanes que estaban allí, explicando por qué necesitaba estar allí haciendo esa acción y pidiéndoles acompañarles, consultando si había algún problema con eso.
En este proceso empecé a pensar en la tiranía de las situaciones que nos había llevado allí. Intenté caminar en puntas, estar detenido en plié, usando el ballet como una expresión tiránica impuesta sobre los cuerpos. Con esa pieza terminé aplicando a una residencia en Bogotá llamada Flora, en la que fui aceptado, bajo la dirección de Maria José Arjona en la que tuve la suerte de enfocarme en el cuerpo y en este tema desde ese entonces.

Siento que las temáticas que he tocado en mis trabajos y en mis investigaciones en general siempre han tenido que ver muy directamente con lo que estoy viviendo en esos momentos. Yo decidí migrar y tal vez sea un poco ego centrista, pero esta situación compartida con tantos era lo que más estaba tratando entender, lo que uno hace entonces es construir comunidad, rodearte de personas que están pasando lo mismo que tu, para entender un poco más y desde otro lugar lo que esta sucediendo.

Creo que hay una identidad latinoamericana que prevalece, también las ideas de país en nuestra región son producto de la colonización al final, las separaciones políticas que tenemos actualmente tienen que ver muy directamente con la organización colonial de Europa y el Reino Unido sobre nuestro territorio, se puede comenzar a comprobar cuando pensamos en cosas más propias, en recetas y sabores que no creen en las fronteras. La misma «arepa» es un tema divertido para debatir dónde se originó, y la verdad es que cuando se originó la arepa no existía la frontera entre Colombia y Venezuela, entonces siento que de alguna forma, entenderse como parte de un territorio más amplio ayuda a pensarnos antes de esta organización política colonial impuesta, creo que es bastante enriquecedor para sentirse más cerca de toda la región, que está atravesando situaciones muy parecidas y que tal vez podría funcionar mejor en muchas cosas si nos entendiéramos más como una sola cosa.



Puedes ver el vídeo de la performance aqui: https://vimeo.com/777854788