Eleanor

Jazmin Lopez, Argentina.

Karl Marx Studio, Paris, Francia – 2021
Curaduría: Sofía Lanusse
Fotos: cortesía de la curadora

Texto de Sofía Lanusse:

De noviembre de 1846 hasta marzo de 1847 Karl Marx y su familia vivieron en exilio bajo el nombre falso Meyen, en este mismo apartamento, situado en 23 rue de Lille, 75007 en París. Karl Marx y Jenny von Westphalen tuvieron siete hijxs pero cuatro de ellxs murieron a temprana edad. Jenny Laura, Jenny Caroline y Eleanor fueron las tres hijas que sobrevivieron. La exposición lleva el nombre de la hija menor, Eleanor o Tussy, como la llamaban en su casa. Eleanor fue escritora, actriz, organizadora sindical, militante socialista y feminista. Escribió la primera biografía de su padre y colaboró en la escritura de la primera Historia sobre la Comuna de París. “¿Ha muerto el socialismo? ¿Se ha ahogado en la sangre del pueblo de París? El socialismo es hoy un poder más grande de lo que ha sido nunca.” (Eleanor Marx, 1886).

Jazmín López recrea, como un diorama y con una intención lúdica, la vida doméstica de aquella época en la que la familia Marx, o Meyen, vivió en aquel apartamento. A su vez, toma elementos de su infancia y los incorpora creando saltos anacrónicos y superposiciones que nos obligan como espectadores a viajar en el tiempo. A su vez, la exposición toma forma de un conjuro, un llamamiento espectral, una invocación a Karl Marx desde sus ideologías, pero también desde su vida familiar y entorno doméstico ¿Cómo sería Karl Marx como teórico, filósofo y revolucionario socialista, esposo y padre, como amigo y cómplice?

Al entrar al apartamento nos encontramos con una situación de fuga. “El fantasma está siempre en medio, jugando entre lo presente y lo ausente, entre la vida y la muerte”. (Espectros de Marx. El estado de la deuda, el trabajo del duelo y la nueva internacional. Jacques Derrida, 1993). La puesta en escena nos remite estética e históricamente a aquel preciso momento del entorno familiar y a la escasez económica que vivieron en aquella época de mudanzas, viajes y persecuciones políticas. Aún queda el olor a pan y leche caliente, las maletas a medio hacer y las camas destendidas. Hay una cuna que podría haber pertenecido a Caroline, la segunda hija de Marx, o también a Fred Demuth, el hijo no reconocido que tuvo con su empleada doméstica, Helene Demuth, quien fue también confidente política y amiga de la familia.

En la mesa observamos una escena de naturaleza muerta en donde los objetos fueron específicamente seleccionados según los gustos de Marx: pescado, vino y tabaco. Alrededor de todo el apartamento encontramos objetos familiares, juguetes y libros. Hay una carga emocional detrás de estos objetos, una economía del deseo. Como en La moral du joujou de Baudelaire (1854) podríamos hacer una especie de taxonomía del juguete. Hay juguetes que, por un lado, representan una niñez inocente, una complicidad entre padre e hijas. Aquellos juguetes con los que las niñas Marx se entretenían mientras su padre preparaba las ideas de lo que luego serían El Manifesto Comunista (1848) y El Capital (1867). Por el otro, encontramos también juguetes de la “Bella y la Bestia” de Disney World que Jazmín López deseó en su infancia en los años 90’s. No olvidemos que, en 1941 durante la Guerra Fría, Walt Disney recorrió cuatro países de América Latina, dando inicio al “colonialismo cultural norteamericano”. El cine era un instrumento fundamental para el canon occidental y en esa época las producciones culturales comenzaron a masificarse, siendo éstas utilizadas como una herramienta política.

Uno de los cuentos favoritos de Eleanor que su padre mismo inventó y le relataba, era la historia sobre un mago llamado Hans Röckle, el cual era dueño de una juguetería. Como el mago tenía muchas deudas económicas, le vendía sus juguetes al Diablo.Éstos atravesaban por maravillosas aventuras hasta que regresaban a la tienda. Tanto los juguetes deseados como el relato del mago tienen historias cargadas de una simbología particular. Podríamos reconocer las luchas de Röckle como las del propio Marx, una parábola sobre la creación de valor a partir de las cosas y la acumulación de capital, a partir de las deudas. El Diablo representaría en ambos casos, las esferas del poder, el capitalismo y el consumismo.
La cortina que cubre toda la pared y la lámpara de acrílico imitando una araña son metáforas que nos recuerdan la caída de la cortina de hierro en el año 1989, y la sociedad de consumo en la que vivimos hoy en día. Representan el pasado y el presente, la unión de lo espectral y lo terreno, de la ficción y lo real.

Una noche nos encontramos en el apartamento el músico Martín Bakero, Jazmín y yo. Esa noche grabamos voces, vibraciones, frecuencias y pasos. Llamamos, de una manera especial y poética, a Marx y a Eleanor. “El espectro como su nombre lo indica, es la frecuencia de cierta visibilidad. Pero la visibilidad de lo invisible.” (Espectros de Marx. El estado de la deuda, el trabajo del duelo y la nueva internacional. Jacques Derrida,1993).

“The time is out of joint” pronuncia Hamlet (Acto 1, escena 5, Shakespeare, 1609)
¿Acaso No está el mundo dislocado, desarticulado, desorganizado? ¿No está el tiempo desarticulado, perturbado, desregulado? Marx toma la misma postura que Hamlet: se considera responsable. El Manifiesto Comunista comienza con la siguiente frase: “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo”. Jazmín López invoca este fantasma a través de esta exposición / conjuro. ¿Acaso es posible pensar hoy en día una idea de comunismo? “cómo puede volver y presentarse nuevamente, de nuevo, como lo nuevo? ¿Cómo puede estar ahí, de nuevo, cuando su tiempo ya no está ahí? (Espectros de Marx. El estado de la deuda, el trabajo del duelo y la nueva internacional. Jacques Derrida,1993).