Detonantes – Ejercicios para desbaratar imaginarios

Eugenia Gonzáles Mussano y Luciano Burba, Argentina. Luis Camnitzer, Uruguay.

 

Museo Municipal de Bellas Artes Fernando Bonfiglioli, Villa María, Córdoba, Argentina – 2018.
Curadora: Florencia Magaril.
Fotos: Ulises Vasmulakis.

 

 

La exhibición “Detonantes -Ejercicios para desbaratar imaginarios” hace foco en la educación, el museo y sus relaciones, articulando sus significantes con el contexto y las múltiples acepciones, tensiones e interpretaciones que surgen en el campo de acción.

 

En la fachada del  Museo Municipal de Bellas Artes Fernando Bonfiglioli se encuentra la reconocida obra de Luis Camnitzer, con su frase que afirma “EL MUSEO ES UNA ESCUELA”. La instalación de esta obra en la entrada del museo y al momento de ingresar a la exposición, evidencia un compromiso y una postura que toma el espacio y sus actores hacia el público.

 

Luciano Burba reproduce una  pintura de Marina González de Lucchini de 1949 en una carpa militar, re-pensando el contexto histórico de la realización (a tres años de la segunda guerra mundial) y apropiándose de su paleta de colores y composición como una forma de “camuflaje”.

 

Eugenia González Mussano presenta una instalación compuesta por diferentes elementos, como una estructura  que simula las proporciones de un pizarrón,  un código similar al lenguaje Braile materializado en carbón quemado, una mancha de parafina negra derramada sobre diversos objetos plásticos  y parte del suelo, entre otras cosas.

 

Además de la exposición, el museo cuenta con el programa anual “Flotar Entre”. Con la curaduría de Florencia Magaril, la propuesta ofrece a la diversa comunidad de agentes culturales, artistas, educadores y productores, una caja de herramientas que permita pensa, profundizar, crear, construir y desarrollar proyectos culturales y producciones artísticas.

 

 

Texto curatorial de Florencia Magaril:

 

“El supuesto de que el arte contemporáneo lleva varias décadas volcándose hacia el campo de la educación se confirma a la hora de analizar muchas de las producciones recientes.
Cabría preguntarse si hemos comenzado a recorrer el cruce en sentido inverso: la práctica educativa se está transformando a través del arte?

 

Desde siempre, arte y educación fueron mundos en tensión. Al buscar tender puentes, espacios comunes y posibilidades de trabajo conjuntas es frecuente toparse con imaginarios sobre cada práctica que reclaman ser desbaratados. Se hace necesario emprender la deconstrucción de sentidos comunes y de supuestos arraigados en cada campo.
Una tarea compleja, para la cual no hay plan ni receta, como no sea la de abrir el espacio a la experimentación, el ensayo y la invención de nuevas posibilidades de encuentro.

 

Detonantes presenta tres instalaciones que invitan a los espectadores a desandar sus caminos, desestabilizando sentidos arraigados en los objetos y sus materialidades.
Sin forzar relaciones explícitas, las propuestas de Eugenia González Mussano y Luciano Burba, exploran nuevas posibilidades al suspender las nociones del lenguaje e intentar subvertir la lógica de lo funcional y lo útil.
Al desnaturalizar los sentidos asociados con ciertos objetos, ambas obras nos invitan a desactivar lo que ya conocemos, dejar de nombrarlo, dejar de pensarlo como concepto y objeto, y a acercarnos desde un lugar vinculado con lo sensorial y con la dimensión de la experiencia. La idea de camuflaje aparece así como una posibilidad de indagar tanto la percepción estética como la de lo funcional, generando, según plantea Luis Camnitzer, “nuevos sentidos en los espectadores que los conduzcan hacia algo desconocido”. Hacia una nueva forma, quizás, de pensamiento crítico.

 

Por último, o mejor dicho, al comienzo, se exhibe la obra de Luis Camnitzer, instalada en la fachada del museo. Se trata de una afirmación radical en torno a estos dos mundos en tensión: el arte y la educación, y sus instituciones paradigmáticas, es decir, el museo y la escuela. Una propuesta para pensar al museo como espacio educativo que asigna nuevos roles al artista y a los visitantes, estableciendo entre ellos una relación colaborativa de producción cultural. Al redefinir el museo, Camnitzer resignifica el arte como un proceso dinámico en vez de como un producto acabado, y postula al espacio expositivo como un lugar para el intercambio de conocimiento.”