Civilización Atalaya

Huanchaco, Perú.

Museo de Arte Contemporáneo – MAC Lima, Lima, Perú – 2021
Fotos: Juan Pablo Murrugarra, cortesía del artista
Curaduría: Giuliana Vidarte

Texto de Giuliana Vidarte:

Entre los años 80 y 90, era común encontrar huacos que adornaban las salas de muchas casas peruanas y libros de arqueología que eran parte fundamental de las bibliotecas familiares. Varias generaciones hemos crecido con estos objetos del pasado peruano en nuestro imaginario más personal; la historia del Perú como parte de nuestro entorno íntimo y de nuestros vínculos familiares más cercanos. Los recuerdos de infancia de Huanchaco se centran en los complejos arqueológicos de la costa norte del Perú, atraído especialmente por las historia de la Huaca del Sol y de la Luna y por Museos regionales como el Museo Cassinelli en Trujillo. Yo crecí visitando el Museo de la Nación y ese fascinante espacio ocupado por la réplica del Lanzón Monolítico Chavín, que a mi abuelita y a mi nos daba miedo y emocionaba profundamente.

Los estudios arqueológicos sobre los objetos y edificaciones del pasado permiten que se construyan las narrativas fundacionales de nuestra identidad e historia. Imaginamos a las sociedades que nos antecedieron, a partir de hipótesis volcadas sobre objetos encontrados bajo nuestro complejo territorio. Asimismo, durante los siglos XVIII y XIX, contribuyeron con estas narrativas, las diversas expediciones europeas que llegaron en búsqueda de los vestigios de las civilizaciones del pasado y llevaron a cabo estudios de la flora, fauna y modos de vida de las comunidades en diferentes regiones, como la amazónica. Estos investigadores propusieron sus visiones y consolidaron ficciones sobre nuestro país. Contribuyeron en la creación de mitos e interpretaciones, muchas veces alejadas de un conocimiento cercano de las sociedades peruanas. 

Las historias de nuestro pasado han sido nutridas por las miradas externas de investigadores y viajeros, pero también se sostienen sobre relaciones cercanas que nos han formado desde dimensiones personales. Igualmente cercano fue el vínculo establecido entre Huanchaco y Mario Poggi, que dio origen al proyecto que presentamos en esta exposición. Poggi se convirtió en protagonista de las páginas policiales debido al asesinato de Ángel Díaz Balbín en los años ochenta. En 1991, luego de cumplir algunos años en prisión, Poggi viajó a la Amazonía con la intención de llevar a cabo estudios sobre comunidades, reviviendo el mito del viajero con deseos de descubrimientos. En su camino, se encontró con una ruina subterránea que nombró como “la chucha perdida de los Incas”: una piedra con forma de vagina en una caverna, que Poggi vinculó con rituales de origen y fecundidad. Para Huanchaco, en su acercamiento a esta edificación, Poggi utiliza las mismas metodologías  del siglo XIX al otorgar funciones y sentidos a los objetos mediante una mirada externa cargada de una ideología personal. 

Algunos años más tarde, Poggi creó un grupo de mapas que compartió con Huanchaco para dirigir su viaje de vuelta hacia “la chucha”. Él inició el camino hacia esta ruina con estos materiales como guía. Mario Poggi falleció a pocos días de su retorno. En esta exposición se reúnen los documentos que dan cuenta del viaje, los estudios de la vagina de piedra y objetos encontrados en ese contexto, junto con las pinturas creadas por Huanchaco que imaginan la vida de los grupos humanos que se congregaron en torno a esta formación rocosa subterránea hace varios siglos. Asimismo, se suman otros elementos como manuales de arqueología, huacos y otros documentos impresos y audiovisuales para crear un laboratorio de investigación ―una bitácora viva― en el que es posible establecer conexiones y pensar en cómo construimos nuestra identidad sobre la historia y civilizaciones de nuestro pasado. En sus pinturas, Huanchaco recrea una posible ritualidad vinculada a la ruina y una serie de personajes que dan vida a la “Civilización Atalaya”. Además, el pintor construye a Mario y su mirada como la de un viajero del siglo XIX, pero unida a su formación en psicoanálisis. Un “viajero freudiano” que estudia esta vagina dentro de la tierra e imágenes que representan la fecundidad en relación con los ciclos de la vida y la muerte. “Civilización Atalaya” se despliega como un manual dinámico que resume las diferentes etapas de la investigación sobre la ruina y propone una arqueología afirmada como ficción, sostenida sobre la narrativa más humana, la del trayecto vital del viaje personal.