Un bosquejo de la intemperie organizada

Aurora Castillo y Mara Caffarone, Argentina.

Munar, Buenos Aires, Argentina – 2019
Curaduría: Alejo Ponce de León
Fotos: Lulú Scalise, cortesía de las artistas.

Texto por Alejo Ponce de León:

¿Con qué tendría que ver un minimalismo austral? Posiblemente también con señalar ciertas condiciones perceptivas en torno al objeto y al espacio que lo rodea, pero más puntualmente con singularizar las propiedades de una existencia material arriesgada, expuesta a algo más que al clima.
Ciertos dispositivos escultóricos se proyectaron como herramientas para examinar las cualidades de un espacio determinado en términos de temperatura, luminosidad y consistencia, pero hay otros tipos de magnitud que atraviesan nuestras sensibilidades.
A aquel “proyecto continuo que se altera diariamente” de Robert Morris, Castillo y Caffarone le dan continuidad con esta intervención de sitio específico, en donde la escultura como plano crece y se desdibuja en arquitecturas transitorias, en pagodas impuras que crecen de arriba hacia abajo. Estas esculturas, que tienen más que ver con “un sonido o un perfume”, se dejan atravesar por la intemperie, pero desde su cualidad discontinua y espectral intentan contribuir al cruce de imprevisibilidades que le da forma a lo que está afuera de ellas: un camión, un trueno o una pérdida.
Castillo: ¿Para qué durar?
Caffarone: La escultura desde el plano. Si las esculturas se emplazan en las tres dimensiones, hay entonces algo como una proto-escultura.
Castillo: El color es una presencia material.
Caffarone: Me encanta la cita de Richard Tuttle porque está muy en la línea del “indicio” (que para mí es un mecanismo del pensamiento).
Castillo: Los lenguajes abstractos son herramientas para abrir lugares nuevos, para desarmar cualquier idea inicial; sirven para hacer que las cosas se vayan dando no desde imposiciones previas sino a partir de soluciones orgánicas propias del trabajo.
Caffarone: Esculturas incomprobables.
Tuttle: “Revelar, mostrar, reconocer”. Cada una de estas maniobras depende de la otra: primero, se revela algo oculto o invisible; luego lo que se descubre se muestra, se arrima hacia una zona de contemplación consciente; recién entonces es que tiene lugar el reconocimiento.
Castillo y Caffarone: Hablamos de lo que está alrededor de la escultura.
Ponce de León: La terraza de un museo en un barrio, esas plantas que crecen, un busto de bronce abajo de la lluvia, macetas y cosas que se ordenan porque sí, el tiempo las ordena, o hubo alguna decisión de organizarlas que no podemos saber de dónde vino, ya se perdió.
Badii: El factor “obra-tiempo” es muy importante en la creación de volúmenes.
Caffarone: Esto no tendría sentido en una sala de exhibiciones. Algo que me gusta del viento o de la luz, del sonido, del olor: son cosas atrevidas, no respetan los límites.
Castillo: Lo que pasa en el taller no es solo un momento de intimidad sino una conversación con todo.
Ponce de León: Hay, o tiene que haber, un arte que no se diferencie de la luz del puente, de los camiones, de la lluvia, de esperar a que te depositen, de mirar para arriba, de que te duela el cuello.
Caffarone: Un pensamiento muy tosco. Una abstracción barrial.
Badii: Siempre está el deseo de palpar un volumen de acuerdo a una necesidad actual, ahí está la célula de un futuro donde la creación estará ubicada en todos los lugares.
Castillo: El material define completamente lo que hacés ¡No se puede fingir una vida que no tenés!
Caffarone: Le doy al arte soluciones comunes, “soluciones de persona”.
Teóricx de la jardinería de hace 2 siglos: ¡Cuántxs propietarixs hay que con inmensos jardines y un sinnúmero de espaldares salen a buscar fruta afuera!
Ponce de León: Esto es algo que no podría verse en otro lugar. Miro las salas de al lado y parece Berlín; en cambio miro acá al patio, las obras, todo esto es como… Ustedes son además dos artistas que no pueden dejar de pensar en lo que hacen, pero no saben bien qué están haciendo.
Caffarone: A esta obra podemos decirle “el borrachín”.