Acordo

Mano Penalva, Brasil.

Central Galería, São Paulo, Brasil – 2019.
Fotos cortesía del artista.
Traducción de texto por Carlos Monroy.

Texto de Juliana Monachesi:

Mano Penalva y su alma encantadora de las calles.


Es una cuestión de aceptar la dignidad del trabajo, sea el que sea. Políticamente, lo esencial es aceptar la dignidad del trabajo. El trabajo no es una cosa servil. Es algo que expresa el alma de las personas.”
[Nise da Silveira, en entrevista con Leon Hirszman.]


La estética de la gambiarra fue consagrada en el Brasil al final de los años 90, gracias al esfuerzo de curadores y críticos que revisaron la producción artística realizada con materiales del día a día, a veces precarios y efímeros, que buscaban generalmente señalar el choque entre el arte erudita y el arte popular. Fue en la 24ª Bienal de São Paulo (1998) y las muestras del eje curatorial Cotidiano/Arte, adoptadas por el Instituto Itaú Cultural para la programación del año 1999, que se colocaría en pauta la antropofagia que el arte brasileña hizo del dadaísmo y del arte conceptual. Principalmente, del legado que Marcel Duchamp, que aquí entre nos llego con cierto atraso al territorio (entre estos hitos, cabe resaltar que The Duchamp effect, la icónica publicación del MIT, fue lanzada aquí solo en 1996). En aquel cambio de milenio, nos preguntábamos que seria de las montañas de residuos industriales que la humanidad consiguió producir en escala exponencial rumbo al siglo XXI. 

Al final de los años 2000, ya se hablaba de la gambiología, como un termino para referirse a la apropiación de basura tecnológica dentro de la producción artística. De esta forma, se gesto un nuevo ciclo de muestras y debates en torno al tema. Repaginando, en 2006 la 27ª Bienal de São Paulo examino la economía y afectividad del trueque, del desplazamiento y de las formas de vivir en colectividad. También, una exposición en el New Museum titulada Unmonumental en 2007, ofreció una nueva narrativa para la basta producción contemporánea hecha primariamente con objetos de la vida cotidiana.Esta exposición reunió obras de artistas como Isa Genzken, Rachel Harrison, Abraham Cruzvillegas y John Bock, e indicaria la tendencia hacia el collage y el ensamblaje de escalas humanas y de baja asertividad, para abarcar el mundo en ruinas después del 11 de Septiembre. Por aquí, donde nunca fuimos modernos, pero ya éramos posmodernos en tiempos coloniales, el ready-made permeo la historia del arte desde los años 60’s y viene siendo raído y resignificado por todas las generaciones subsecuentes.

Todo este preámbulo podría desembocar, naturalmente, en una lectura crítica de las apropiaciones que Mano Penalva hace de objetos cotidianos, como, por ejemplo: la bolsa de plaza de mercado hecha de rafia, las líneas de polietileno de las sillas de playa, o las lonas coloridas de los vendedores ambulantes; objetos todos con los Penalva crea pinturas-objeto cargadas magnéticamente con la energía vital de las calles del Brasil mas profundo. No fue para la exposición ACORDO que el artista preparó durante meses esa estética por la cual ya es reconocido, en cambio, Penalva ha trabajado años en esta propuesta, desde el génesis de su discurso artístico particular, que se presenta hoy en la muestra en galería Central. Sucede que el lenguaje del artista no implica una estetización de la precariedad, sino un entendimiento de la calle como sujeto. Sujeto este que es protagonista en la exposición individual ACORDO.

Pedra e Sabão, por ejemplo, esta cargada con la encantadora alma de las calles. Esta obra, al igual que todas las otras piezas de la exposición, parte de la observación muy atenta de Penalva como caminante. Mano, el artista andariego, no solo mira, sino que vive la ciudad con todo su cuerpo: escucha, conversa, siente los olores y los vapores de la metrópolis. En el banco de una vendedora ambulante, el artista negocia las piedras jabón. De la poesía el trae la piedra y jabón. Penalva presta de la literatura y de la música popular brasileña gran parte de su repertorio, además es experto en los juegos de palabras, como indica los múltiples sentidos del titulo de esta obra y de su exposición.  

El grupo de esculturas en ACORDO funciona como síntesis de todo el pensamiento de Penalva. En el están concentrados la experiencia colectiva del trueque que se da en las calles, los mercados, las haciendas, del trabajador informal que domina su oficio de punta a punta, la negociación, la economía simbólica y, claro, el guiño a David Hammons, artista que extendió una lona en el piso de Nueva York para vender bolas de nieve de diferentes tamaños a los transeúntes menos anestesiados de los años 80’s. Penalva se fascina con la negativa a la alienación que los ambulantes inspiran.

En torno de Pedra e sabão, el visitante ve otros conjuntos escultóricos que emulan los performances realizados por vendedores y artesanos ambulantes en la ciudad: Quentinho, Cintura, Melzinho; ymas adelante Xadrez, Descanso, Margarida e Palhinha. Cada una piensa la materialización de los gestos que componen la teatralidad típica del quehacer ambulante, del organizar y de las negociaciones del mercado callejero. Quentinho, por ejemplo, trae las expectativas presentes en las relaciones de compra y venta. En esta pieza, conos de papel rellenos de maní son ofrecidos al público y ganan un valor agregado pues a uno de ellos le fue añadido la “grande suerte”, esto es que uno de los granos de maní es una pieza de oro. Quien visita la exposición puede comprar un cono por R$50 o tres por R$100. Los cinturones que el vendedor ofrece colgados en su brazo, los trapos que el otro ambulante carga en su hombro, la paja que los artesanos trenzan en las esquinas. Todo pareciera estar en un juego preciso, todo en conversa con “Acorde”, composición de lonas enceradas y plegadas que reposan en cuchillos y bastones de vidrio, distribuidas dinámicamente por la pareces. Aquí, nuevamente, otro personaje de la calle corporalizado: el afilador de cuchillos, quien también protagoniza un video presentado en una TV de tubos.         

El trabajo manual, la artesanía de las imperfecciones, el ciclo de acuerdos. Toda la narrativa que subyace en la observación y en la investigación cuerpo-a-cuerpo de Mano Penalva con los vendedores ambulantes, insiere un eco en el contexto del arte, a través del proceso de creación e inserción del propio artista. La labor diaria del ambulante, desde que se despierta hasta el último “acuerdo bien acordado” del día, sea con el cliente, el proveedor o la patrulla. Todas las situaciones a los que están sujetos los trabajadores de la calle y del arte, encuentran un elogio y un homenaje en la exposición. 

El laboro viene acompañado de sonidos, uno de ellos es una composición musical hecha para ser cantada en el taller del artista los días de trabajo hasta el momento de la exposición. En colaboración con el cantante y compositor Paulo Neto, la composición fue hecha a la maniere de los Cantos de trabalho (1955) recogidos por Leon Hirszman en la trilogía Mutirão, Cacau y Cana-de-açúcar, histórico documental que muestra los cantos que los campesinos nordestinos entonan para amenizar el trabajo pesado. “Despierte, despierte, despierte, el tiempo se levanto temprano. (…) vamos a hacer un acuerdo, toco un acorde para usted. Y si usted temprano despertar, despierto bien despertado, otro acorde le voy a cantar”, el visitante puede escuchar el canto al recorrer la exposición en la galería Central.

Coexiste, finalmente, el sonido del Koan (en la tradición zen-budista, preguntas sin respuestas), que se escucha en un breve momento del video ACORDO, proyección sobre la cortina de lona plisada que esta en el centro de la sala. Aquí, Penalva trabajó con Fernanda Pavão, Moisés Patrício, Paulo Neto y el director Di Rodrigues, pensando otra modalidad del vivir en colectivo y de la afectividad del trueque, temas presentes en todas las obras expuestas. ¿Qué puede hacer una mano sola? ¿Cuál es el sonido de una mano aplaudiendo sin la otra? La teatralidad de las manos es explorada en esta obra audiovisual (hecha a diez manos) que trae los símbolos de apretar las manos, del toque, del juego y de la magia. Un solo acorde, así como un acuerdo solitario, no crea nada nada. Crea lo que nasce de una relación, de un saber geo-localizado, de una ancestralidad asumida. Mano Penalva sabe desde donde habla, por eso hace sonar con tanta potencia ese concierto polifónico que es su sorprendente exposición sobre el alma de las calles.